La candidata a la reelección por la dirigencia del Comité Estatal del Partido Acción Nacional, Genoveva Huerta Villegas, es imbatible cundo de defender a las mujeres frente al oprobio del patriarcado se trata… siempre y cuando las víctimas sean militantes de su partido.
La línea discursiva por el empoderamiento femenino no resiste el más elemental de los análisis cuando se ve en retrospectiva el vacilante comportamiento que sugiere amnesia convenenciera.
Su primera aparición en la tribuna de la Cámara de Diputados en San Lázaro, como diputada, fue para defender a las mujeres indígenas que padecen abusos, misoginia e invisibilización, pero olvidó una máxima en política: quien generaliza absuelve.
Esa es la explicación de su laxa combatividad frente a casos evidentes de abuso de poder de hombres a quienes ella conoce muy bien, pero que decidió ignorar por ceguera cómplice o en la búsqueda de rentabilidad electoral.
El misógino machista que la acompaña, el impresentable Inés Saturnino López Ponce, exedil de Tecamachalco, a quien se le inició proceso por violencia política de género, es un contumaz protegido de quien busca la reelección en la dirigencia panista.
Muy segura debe sentirse del triunfo en la interna albiazul frente a la candidatura de su adversaria, Augusta Díaz de Rivera, como para presumir la basura que, por largo tiempo, los partidos políticos se empeñaron en esconder debajo de la alfombra.
El 27 de septiembre, la candidata a la reelección escribió en su cuenta de Twitter: “Querido #InésSaturnino, me siento sumamente contenta de hacer equipo contigo… Reconozco tu liderazgo”.
Saturnino fue un auténtico ícono de quien usufructúa una posición política como la Presidencia del municipio de Tecamachalco, con una visión patrimonialista del dinero público y un exacerbado culto a la personalidad, producto de los complejos personales y políticos que arrastra.
Es por ello que emprendió una campaña feroz de humillación pública en contra de una regidora que lo incomodó hasta exhibirlo ante todo el país, pero Huerta Villegas decidió sacarlo del clóset en donde se esconde la impudicia que representa.
No es el único caso exhibe a la dirigente con aspiraciones a perpetuarse en el PAN, notoriamente consentida por Marko Cortés, un líder nacional de torpe conducta.
Otro caso ostensible de abuso en detrimento de una mujer es el del recién nombrado en Gestión y Desarrollo Urbano en el gobierno municipal de la capital, Michel Chaín Carrillo, quizá la única y más ostensible mancha en el recién nombrado equipo.
El excandidato del Verde al gobierno de Puebla en 2019, llevado ahí para hacer el trabajo sucio en contra del candidato de Morena, Miguel Barbosa, ha sido señalado directamente de violentar a su expareja; pero no es la única acusación, existe una lista considerable de acusaciones que plasman un patrón de conducta imperdonable.
La defensora de las causas femeninas, Genoveva Huerta, ha ignorado ambos expedientes de un cúmulo de abusos. Fiel a la doble moral de la política aldeana, prefiere ver la paja en el ojo ajeno, que va en desdoro de la causa justa por la justicia en favor de las féminas, aunque no sean militantes de ese partido.
@FerMaldonadoMX
parabólica.mx escribe Fernando Maldonado