La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

El reciente incremento en los índices de popularidad del gobernador Rafael Moreno Valle parece dejar en claro algo: se agotó la narrativa que en su contra han enderezado los priistas metidos en los partidos, la prensa, las redes sociales, los organismos empresariales y las ONG’s.

Esa Puebla –desdibujada todos los días a golpe de tuits, de columnas periodísticas, de declaraciones a la prensa y de desplegados– no se parece al Frankenstein que dejó Mario Marín.

Han querido vendernos la imagen de una Puebla devastada en los temas de seguridad, combate a la pobreza y productividad, entre otros, pero la realidad y los verdaderos datos duros contradicen a los propagandistas todos los días.

En un reciente balance sobre el horror y la represión sistemática en Mexico, el poeta Javier Sicilia señaló a tres gobernadores: Graco Ramírez, de Morelos; Javier Duarte, de Veracruz, y Eruviel Ávila, del Estado de México.

Para decepción de nuestros propagandistas no apareció Moreno Valle.

Con las campañas electorales, los antimorenovallistas –extrañamente “marinistas” en el sexenio anterior– han agudizado sus críticas.

(Hasta parece que les pagan por tuit).

El problema –su problema– es que esa crítica parece haberse agotado de tanto repetirla.

Falló su estrategia.

Es claro.

Se agotó la narrativa del desastre poblano.

Los números en las encuestas –las reales, las serias– lo dicen todo.

Hace unos días, un operador nacional del gobernador le dijo al quintacolumnista que es la primera vez en su vida que es testigo de que las encuestas se han tenido que “cucharear”… a la baja.

En el patio priista, mientras tanto, el verbo “cucharear” también se conjuga, pero para que la diferencia entre el que va arriba y la que va abajo no sea tan abismal.

(Una encuesta de Buendía & Laredo, encargada y cuchareada por el PRI, ha tenido que guardarse en el baúl para no generar zozobra).

España es un buen ejemplo de lo que está pasando en Puebla.

En los últimos meses el gobernante Partido Popular ha sufrido la mayor embestida que se tenga memoria.

Todos los días aparecen personajes ligados al PP en calidad de imputados en todas las tramas posibles: la Púnica, la Gürtel, las tarjetas “B”, el caso Bárcenas, el caso Brugal, el caso Fabra, el caso Taula…

Esto le ha traído al Partido Popular un desdoro brutal en la prensa española.

No obstante, en todas las encuestas recientemente realizadas el PP sigue siendo la primera opción de los españoles por encima de las izquierdas, los independentistas y la nueva derecha.

Pedro Sánchez, secretario general del PSOE –el equivalente español del PRI–, buscó ser investido en dos ocasiones con resultados catastróficos.

Hoy que los españoles irán de nuevo a las urnas –el 26 de junio próximo–, la sensación de fracaso es compartida por todos los actores, salvo el Partido Popular.

Y en verdad es que la España de Mariano Rajoy es un caos absoluto: el paro ha bajado pero hay menos gente trabajando que en 2011, la corrupción es el pan de todos los días, hay más personas en riesgo de pobreza.

Y, sin embargo, el PP sería hoy el partido más votado.

Como lo fue el 20 de diciembre pasado.

Como lo será el 26 de junio (de acuerdo con todas las encuestas).

¿De qué ha servido la campaña brutal en contra del PP enderezada desde los juzgados de Primera Instancia e Instrucción adictos al PSOE?

¿De qué han servido las embestidas de los candidatos y los líderes de otros partidos, de la prensa socialista de guante blanco y de los obsesivos tuiteros?

De nada.

Eso parece.

El problema –su problema– es que esa crítica parece haberse agotado de tanto repetirla.

Se agotó la narrativa del desastre español.

Los números en las encuestas –las reales, las serias– lo dicen todo.

Vuelvo a Puebla.

Vuelvo a los dichos de quienes añoran el regreso del marinismo puro: “Puebla está peor que nunca (…) estamos peor que en el sexenio anterior (…) los indicadores nos dicen que vamos al despeñadero”.

Cierto: no todo en Puebla funciona como tiene que funcionar.

El de Moreno Valle no es el gobierno ideal.

Hay carencias, hay atrasos, hay deudas históricas con los más pobres.

Sí.

Faltaba más.

Pero no estamos peor que con Marín ni las cosas están como hace seis años.

(Esa Puebla era objeto de burla en todo el país).

La realidad poblana no es como la venden los propagandistas.

En las elecciones de 2013 repitieron lo mismo y su candidato fue derrotado estrepitosamente.

Mismo guión, mismos mensajes, mismos argumentos.

Hasta el diario Reforma publica idénticos reportajes.

Si no se dan cuenta de que tienen que cambiar la estrategia repetirán el fracaso.

Un iceberg enorme, al sur de la Terranova priista, amenaza al transatlántico.

Un cuarteto de cuerdas toca breves piezas de Schubert.

El Pritanic avanza a veintiún nudos de velocidad bajo la noche helada…

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