En la primera entrega de este editorial dedicado al cierre de un año por demás doloroso para las familias, hablamos de la cercanía de la muerte, el dolor y la desesperanza que golpeó durante la primera mitad del 2021 al país.
En términos del impacto social de la pandemia, la pérdida de vidas es casi imposible de cuantificar con exactitud; la pérdida de empleos y de negocios tendrá efectos que aún no hemos visto, y con una crisis de seguridad, como la que hemos padecido desde 2006, cuyas consecuencias están aún por verse.
Aunado a ello, hemos vivido un año de la peor política que pudiéramos esperar. Con exageraciones y mentiras se ha buscado atacar a un Gobierno altamente popular, pero con poco que presumir.
Por su parte, el Gobierno no ha enviado el mensaje de conciliación que prometió durante toda una vida dedicada a alcanzar el poder y llegan al absurdo de mentir en la sección para desmentir las falsedades de la semana. Destruyendo para arrancar todo desde cero, sin saber construir sobre lo ya andado.
En el ámbito nacional, las dirigencias partidistas están perdidas como nunca antes. El PAN y el PRI, unos aceptando que están derrotados rumbo a la sucesión del 2024 y los otros cambiando el ideario como si se tratara de una prenda de vestir.
El peor caso lo ocupa la dirigencia nacional de Morena, envuelta en su nuevo disfraz de mafia empoderada con Mario Delgado a la cabeza, tirando por la borda todos los esfuerzos de miles de militantes y votantes que creyeron en la esperanza.
En el ámbito local, Puebla ha alcanzado la estabilidad política después de lo que representaron los amargos meses tras el fatal accidente de quienes lideraban el grupo político morenovallista.
Este mismo grupo ha perdido su última posición de poder, quedando relegado de las definiciones de grupo, de partido y en el ámbito estatal.
Otro grupo perdido en el espectro ideológico y de la congruencia fue el de Claudia Rivera Vivanco, quien derrotada en la capital ha movido sus fichas para buscar salir bien librada del desorden, descomposición y abandono en que entregó la administración municipal. En redes sociales la persiguen sus propios tropiezos y fantasmas. Se confirmó como la morenista más morenogalista de Puebla.
Así cerramos el 2021, con más derrotas para todos los que habitamos este país, lejos del diálogo y la propuesta inteligente. Con una clase política desviada, lejana, incongruente y, sobre todo, que no representa a nadie.
@Olmosarcos_
Jesús Olmos escribe Máscaras