Todo el trabajo de construcción de la mayoría calificada en la Cámara de Diputados, que ha venido haciendo el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, en torno a la Reforma Eléctrica, se puso en riesgo este lunes con las declaraciones incendiarias de otro tabasqueño de nacimiento, aunque fue gobernador de Puebla, Manuel Bartlett Díaz.
En entrevista improvisada, al llegar a la plenaria de la bancada del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) en San Lázaro, acusó de “mentirosos” y de que “no traen nada”, a los detractores de la propuesta lopezobradorista, de que 54 por ciento de la producción de electricidad esté, exclusivamente, en manos del Estado.
El director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y coordinador del diseño del paquete de tres reformas constitucionales les dio elementos discursivos para negarse al acuerdo o encarecerlo.
El expriísta echó así gasolina a las flamas que comenzaba a apaciguar el mandatario con licencia de Tabasco, con el tejido fino que ha venido teniendo con el tema legislativo central del Gobierno de México.
En este asunto, el más delicado por ahora en la agenda del presidente Andrés Manuel López Obrador, hay manos poblanas que, hasta ahora, no han abonado o, en el caso de Don Manuel, tuvieron desplantes pirómanos.
Está también el coordinador de los diputados federales de Morena, el paisano Moisés Ignacio Mier Velazco, quien debería estar conduciendo el cabildeo. Pero no es así.
En realidad, López Obrador ha encargado el tema a su secretario de Gobernación, porque sabe que el poblano no tiene el oficio, estatura ni las capacidades que se requieren.
Adán Augusto ha mantenido comunicación con los líderes opositores desde el año pasado. Sobre todo con los panistas.
Y es que el apoyo de una parte de la bancada del PRI que se requiere para alcanzar la aprobación de las dos terceras partes -mayoría calificada, por ser reformas constitucionales- está ya resuelto.
Ignacio Mier ha sido en esta labor un espectador. Al grado que hasta tuvo tiempo para hacer campaña este fin de semana en Tehuacán, mientras en Bucareli -sede de Gobernación federal- se plancha el tema.
Sin embargo, el mentor y padrino de Moisés Ignacio, el exgobernador Bartlett, quien lo hizo presidente estatal del PRI en su sexenio, llegó hoy al Palacio Legislativo de San Lázaro como chivo en cristalería.
Fiel a su estilo duro y sarcástico, el exsenador tundió a quienes se oponen a esta Reforma Eléctrica que tiene un énfasis nacionalista; por eso no le gusta a la derecha, es lógico.
Bartlett les dio con elegancia y contundencia. Lo malo es que no es el mejor momento del debate para pelearse con los posibles aliados.
Les fue a escupir, metafóricamente, en su casa misma, a los diputados y diputadas federales, de quienes se están necesitando los votos.
Una cosa queda clara: en la Cuarta Transformación (4T), tan sobrada de confianza, la búsqueda de acuerdos no parece prioridad. El cabildeo no existe. El diálogo parlamentario no les importa a muchos de los funcionarios de la 4T.
A pesar de que los votos de la oposición sean indispensables.
@Alvaro_Rmz_V
Piso 17 escribe Álvaro Ramírez Velasco