El sexto artículo de la serie Plumas Ibero presenta una visión de los conceptos de amor y felicidad a través de los ojos de la vida moderna

 

Por Daniela Zarazúa Vargas

La vida actual está controlada por  la organización estructural de la sociedad y globalización; por apariencia, el aprendizaje se rige bajo el mismo patrón, el cual es infundido a través del sufrimiento. Los diferentes grupos sociales en los que nos hemos dividido como humanidad han permitido que vivamos de manera superficial y carente de sentido de vida.

El materialismo nos ha llevado a sobre evaluar nuestras relaciones y el significado que le damos a las cosas; situación que nos lleva a replantearnos cómo consideramos el amor, felicidad, salud, éxito, etcétera. Estos son sólo algunos ejemplos de conceptos que han sufrido transformaciones culturales.

Tenemos un bizarro concepto acerca del romance, cortejo y amor, siendo un contrato social del siglo XIX. Lo mismo ha pasado con la autorrealización y el éxito profesional: nos hemos permitido ser guiados por una sociedad que dictamina lo que es correcto y aceptado dentro de la estructura donde se vive, y no por aquello que nos hace feliz.

Lo mencionado anteriormente son sólo ejemplos y causas frecuentes del sufrimiento humano. Si abordamos el sufrimiento desde la perspectiva que nos ofrece la cultura, podemos estudiar estos elementos y el cómo influyen en la construcción social y la manera en la que nos relacionamos con el mismo. Nuestros sentimientos y emociones están construidos socialmente, esto quiere decir, entonces, que no existe la posibilidad de sentir dolor sin sufrimiento. La cuestión está en preguntarnos de qué forma queremos vivir y aprender.

 

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