Ven la tempestad, pero no son capaces de implorar. Así son en la 4T, según se puede ver: disruptivos, unos; empecinados, otros; ingenuos, la mayoría.
Sólo así se puede entender que para la defensa de la reforma eléctrica, que escudan hasta con dientes en Palacio Nacional, hayan mandado a cartuchos quemados, perfiles devaluados o inoperantes a la hora de la verdad: la construcción de consensos.
No sólo hace dudar de la seriedad con la que se busca concretar una de las más ambiciosas reforma del presidente Andrés Manuel López Obrador, sino que además refrenda que si de algo adolece el grupo en el poder, con extrañísimas excepciones, es de gente con capacidades políticas, recursos tácticos y solvencia argumentativa.
Eso explica que la expresidenta municipal, Claudia Rivera Vivanco, haya bajado del penthouse de las torres Nducha, la nada modesta vivienda que habita, para persuadir a los habitantes de la capital, según su propia visión, de las bondades de una reforma constitucional para la que el partido en el gobierno requiere mayoría en el Congreso.
No es que haya maldad en ser aspiracionista, pero la idea de haber pasado de un populoso barrio de la capital a un inmueble que riñe con el discurso de la austeridad republicana, justo en medio de su periodo de gobierno, es alimentar la narrativa que tan buenos dividendos ha dado a la oposición la casa gris en donde habitó José Ramón, el hijo del presidente.
Es evidente que no fue la presidenta municipal más apreciada entre la sociedad de la capital poblana. No alcanzó siquiera los votos suficientes para reducir el margen entre el primero y segundo lugar en la contienda de junio pasado.
Fue factor para que el resto de sus correligionarios en la zona conurbada también fueran derrotados por candidatos del Partido Acción Nacional, cuando ese instituto adolece de discurso, cuadros y rentabilidad electoral, Así fue el daño que provocó quien ahora se asume como luchadora de las causas de la Cuarta Transformación.
En esa misma lógica está el coordinador de los diputados de Morena, Ignacio Mier Velazco. Presumió una treintena de asambleas informativas en el estado para el mismo propósito y luego se fue a degustar un churrasco a la Estancia Argentina.
Si se hurga en el pasado, se encontrará la defensa torpe de un presunto pederasta como Saúl Huerta y su vínculo indisoluble con un pactista con el ala perversa del panismo de Puebla, Enrique Doger, con quien buscaron alcanzar una rebanada del pastel cuando fuera derrotado en las urnas Miguel Barbosa.
No fueron los mejores defensores del llamado “proyecto alternativo de nación”, ni de haberlo entendido más allá de la consigna callejera, la pancarta y la caracterización de malabaristas con pompones, pero ya se dicen listos para convencer a la gente de la necesidad de reformar la industria eléctrica.
Tal vez sea el momento preciso para que el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, se decida a colocar un letrero con la leyenda: Nos reservamos el derecho de admisión.
Pero no va a suceder.
@FerMaldonadoMX
Parabolica.mx escribe Fernando Maldonado