Demasiado caro y temprano paga el gobierno de Eduardo Rivera haber pateado el avispero del reordenamiento integral en el centro histórico, cuyo debate se ha centrado en dos puntos: la regulación del trabajo de sexoservidoras y la colocación de parquímetros.
Ambas iniciativas de las que aún no se tiene información detallada detonó reacciones en cadena, algunas de ellas legítimas y otras, cargadas de doble intención por el temprano juego sucesorio en curso.
Para un sector de los detractores de los dos expedientes es premiso socavar el bono ciudadano del que aún cuenta para aspiraciones futuras del mejor cuadro que tiene Acción Nacional para competir en 2024.
El otro tiene que ver con la rentabilidad económica que supone tener el control de dos de actividades irregulares en el primer cuadro de la ciudad y que cruza por los intereses de mafias locales con vasos comunicantes con grupos delictivos.
La trata es uno de ellos. Por definición el sexo es una de las actividades en el mercado negro que más dividendos deja para quien padrotea, controla o regentea a las sexoservidoras porque se queda con un tercio de la ganancia diaria.
Otro tanto va para el administrador de la casona, hotel o cochera que es adaptada para que las mujeres que ponen el mejor postor sus atributos y el monto restante, para quien dispone del cuerpo para el cliente de ocasión.
El padrote o chichifo es la punta del hilo de una madeja de intereses económicos de la que obtienen ganancia constante autoridades -supervisores o personal de medio pelo-, propietarios de inmuebles en el Centro Histórico y la sexoservidora.
La explotación sexual ha sido por décadas una fuente de financiamiento para la voracidad de servidores públicos enriquecidos, pago de favores entre cabecillas de grupos políticos y hasta para aceitar maquinarias delictivas indecibles.
No faltará la opinión de la orden de la vela perpetua que se escandalice porque un gobierno emanado del conservador Partido Acción Nacional, lejos de proscribir, pretenda ofrecer condiciones de dignidad a un trabajo estigmatizado históricamente.
La intención de colocar parquímetros es el proyecto del plan integral para regular la actividad en el Centro Histórico que más opiniones y debate ha alentado en las últimas dos semanas. Como en el del sexoservicio, la regulación del uso del espacio público para automóviles, también tocó fibras de los grupos de interés.
Aunque aún no está definido el costo por hora o fracción por el uso de un cajón en la vía pública o el tiempo de uso, la descalificación a priori no ha dejado de hacerse escuchar a través de medios, redes y vocingleros oficiosos.
El consenso en medio de la polvareda es de proporciones mayúsculas. Alcanza a líderes de franeleros que se resisten a dejar cotos y cuotas por la renta de los espacios en la vía pública que ya alcanza varios trienios, hasta recelosos detractores del gobierno capitalino.
Los liderazgos del comercio establecido, fúricos detractores del desorden heredado por Claudia Rivera Vivanco han decidido marcar distancia. El apoyo que antes mostraron a la hora celebratoria por la derrota de aquélla y el triunfo de este, han decidido callar.
Este será uno de los momentos clave para conocer de qué está hecho el edil de la capital para construir el consenso necesario, antes de que termine el bono obtenido en junio del 2021.
@FerMaldonadoMX
parabolica.mx escribe Fernando Maldonado