La red sociodigital de Twitter, que un sus inicios naciera como ‘microblogging’, llegó a un acuerdo para vender la empresa al multimillonario Elon Musk por un valor de más de 44 mil millones de dólares.

Con la adquisición por parte del fabricante de vehículos eléctricos, Tesla, y la empresa de tecnología aeroespacial, Space X, se esperan una serie de modificaciones en la plataforma.

Aunque todavía son planes vagos y detalles técnicos sin definir, Musk ha insinuado cambios considerablemente complicados como la moderación del contenido, nuevas alternativas de monetización y pauta, transparentar el algoritmo que utiliza la plataforma y, finalmente, la restricción total a bots y trolls para asegurar la convivencia humana en el ecositema digital tuitero.

“Invertí en Twitter porque creo en su potencial para ser la plataforma para la libertad de expresión en todo el mundo, y creo que la libertad de expresión es un imperativo social para una democracia que funcione”, declaró el multimillonario.

Una vez más se reaviva el debate sobre interferir en la formación de la opinión pública y la democracia a partir del moldeado a la opinión pública a través de los medios (e hipermedios) y la proliferación del discurso de odio y contenidos extremistas con el relajamiento de los mecanismos de moderación de contenido.

Un segundo cambio se trata de la plataforma de monetización del contenido, que tendría un mayor impulso para las publicaciones de pago por uso, como suele suceder en la plataforma de Facebook. Sin embargo, y por el entusiasmo de Musk con las criptomonedas, quizá se pueda potenciar su uso con el apoyo de la red.

La democratización tecnológica empieza con el open-source y Musk ha prometido abrir el algoritmo de Twitter con el objetivo de transparentar la tecnología utilizada para personalizar el contenido que muesta el sistema a cada usuario, dependiendo de su consumo e identidad digital.

Finalmente, y quizá uno de los cambios que generó mayor controversia, es la reducción o eliminación a toda actividad automatizada, botizada y de troleo a partir de ampliar la gama de credenciales de verificación de perfiles de personas reales y de acceso a la plataforma. Actualmente, el único proceso de autentificación de la red es la que otorga con un sello azul a páginas verificadas y que previamente solicitan y envían documentos y datos que acreditan que una persona es ella.

Aún permanecen incógnitas para la plataforma en términos de contenido, navegación, experiencia del usuario y fragmentación del relato que pone en duda a los habitantes actuales del ecosistema tuitero.

Ecosistema Digital

Carlos Miguel Ramos Linares

@cm_ramoslinares