Bajo la tutela de la doctora Lilia Cedillo Ramírez, la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) ha vivido en los últimos años procesos de innovación científica, académica, cultural y hasta la presentación de espectáculos que antes eran impensables en ese ámbito.
Con títulos universitarios como química farmacobióloga y doctorado en Microbiología, impulsó áreas estratégicas como el Centro de Detección Biomolecular y llevó a la comunidad estudiantil espectáculos de lucha libre, que permitió a segmentos de la población universitaria identificarse con rudos y técnicos.
Con casi nueves meses al frente de la Rectoría, la funcionaria universitaria recibió a este medio en la oficina que posee en el Centro Cultural Universitario, sobre la avenida Cúmulo de Virgo, el imponente conjunto arquitectónico y cultural que también fue edificado en 2010 bajo su vicerrectorado, para hablar del Plan de Desarrollo Institucional 2021-2025.
El documento posee cuatro ejes que tienen que ver con la confianza, el cuidado de la salud, innovación, colaboración, sostenibilidad y trascendencia “para promover los cambios deseables en la educación”.
Bajo la premisa de la creación de una nueva cultura universitaria, se ha propuesto sembrar en la conciencia colectiva universitaria compromiso social, congruencia y servicio intelectual que sirva a la sociedad, entre otros valores universitarios.
“Es el momento de sembrar”, dice esta investigadora y funcionaria universitaria que mantiene como referente de rectorado a Luis Rivera Terrazas, un comprometido universitario que aún en medio de la tarea como rector entre 1975 y 1981, no dejó de impartir cátedra y mantener un diálogo directo con los estudiantes de esa generación, a la que la propia Cedillo Ramírez perteneció.
Hay que sembrar la semilla de la investigación para la creación de al menos 30 grupos de investigadores científicos, como en su momento apostó el ingeniero y astrónomo, a quien no tiene duda de colocar en un sitio especial de entre el conjunto de perfiles que lo sucedieron.
Renuente a asumirse como una eminencia universitaria -falta mucho para eso, ataja con sonrisa sincera-, no duda en traer a la conversación la etapa difícil de la irrupción del coronavirus, la secuela de dolor y desazón que produjo en el pensamiento colectivo desde diciembre de 2021.
Hubo muchachos a quienes se les encontró positivos a Covid-19 que, además, perdieron a padre y madre a causa de la enfermedad.
En charla para 24 Horas Puebla, cita de memoria expresiones de dolor de los jóvenes que aspiraban a un sitio en las aulas: “para mí no hay mañana, todas las esperanzas de mi familia estaban en mi”, “mis padres vendieron vacas y todo para que yo pudiera venir a estudiar”.
“Me adentré en el sufrimiento por la pandemia, y es probable que de no haber tenido contacto con los muchachos que en periodo de exámenes de admisión y con la pandemia a cuestas deseaban un lugar, yo no sería rectora”, admitió.
No tiene duda sobre la necesidad de escuchar y acompañar a los jóvenes para que tengan la capacidad de responder a un entorno cambiante, dice la doctora que desde siempre cuestionó los ámbitos estrictos de zona, que debieron ser lúdicas y estimulantes para lectura y aprendizaje, como las bibliotecas.
“No hay que tener miedo al cambio”, dice siempre detrás de su emblemático cubrebocas con un cazavirus encerrado en un círculo rojo, como la ochentera película del género de comedia Los Cazafantasmas (Iván Reitman, 1984).