La violencia que vive nuestro país es extenuante, cansa, causa zozobra, atemoriza, pone a la defensiva a los más precavidos y a los ilusos los toma por sorpresa.
Estábamos hartos de la guerra contra el narco que inició el funesto Felipe Calderón, que ahora se pasea en Mónaco cuando debería estar en la cárcel por entregar la seguridad del país a manos de delincuentes en su gabinete que operaban para cárteles.
Nos desgastamos con el fuego cruzado, deploramos los abusos de las policías y el excesivo uso de la fuerza del ejército que engalanó al sexenio del ex presidente Enrique Peña Nieto, ahora con visa dorada cuando debería haber sido el primer presidente preso por abusos de poder y corrupción de la historia de nuestro país.
Sin embargo, estamos en este punto de la historia del país, en donde, si bien es cierto, el ánimo es de no hacer la guerra, existe esa sensación de abandono y soledad.
Explico. Esta administración ha hecho de la no confrontación, su sello más llamativo. Bajo el esquema de “abrazos, no balazos”, se trató de explicar con una lógica cuasi cristiana la política de seguridad del sexenio.
Ahora el Ejército, la Guardia Nacional, los Policías federales que quedan y algunas policías estatales adheridas a Gobiernos de la 4T, están en un ánimo de evitar las balas y aguantar los embates de fuerza de los carteles que azotan al país, aunque esto muchas veces cause que nos sintamos en un punto de indefensión.
La administración de Andrés Manuel López Obrador muchas veces pareciera dejar al vacío a los miles de ciudadanos que todos los días salen a las calles a buscar el pan para comer en sus hogares.
Se ha hecho común ver videos de asaltantes que logran ser atrapados por sus víctimas en combis o autobuses y que son bajados a patadas para luego ser golpeados hasta el cansancio, en medio de reclamos por la vulnerabilidad en la que seguimos todos.
Y luego, las mismas redes, aplauden que haya desenlaces fatales, rostros quebrados, balas, fuego e histeria, más en un ánimo de venganza que en la necesidad de que impere la justicia.
En ese punto, el proyecto del presidente camina a paso de tortuga. Su ideal para cambiar las cosas de raíz infecta la sensación de abandono de otras adminstraciones, mientras arriba se lucha por la percepción de quién o cual grupo político pacto con la delincuencia, o mejor decir, quien lo hizo más.
Es prudente decir que en el boca a boca, que se reproduce por 7 cada vez, muchos de nosotros vemos más cerca ese temor a ser los siguientes en el mapa negro de la suerte.
@Olmosarcos_