S&P mejoró la perspectiva de la calificación crediticia de México de negativa a estable debido a la ejecución de políticas fiscales y monetarias más cautelosas.
“A pesar de las presiones sobre la inflación y el crecimiento, en medio de shocks de precios internacionales y el creciente riesgo de recesión en Estados Unidos, esperamos que continúe la ejecución cautelosa de las políticas fiscales y monetarias de México durante lo que resta del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador y que el índice de deuda neta del Gobierno general del país se mantenga estable”, argumentó la agencia en un comunicado.
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La empresa mantuvo la nota de la deuda mexicana de largo plazo en moneda extranjera en BBB, y en BBB+ para moneda local, pero con el mejoramiento de la perspectiva se reducen los riesgos de una degradación de la calificación.
S&P expuso que dada la etapa en que se encuentra el ciclo político y la polarización en el Congreso, no prevé que se aprueben iniciativas constitucionales que presionen el entorno de negocios.
Detalló que la perspectiva estable incorpora los complejos desafíos fiscales en Pemex y la CFE, la cautelosa ejecución fiscal del Gobierno, la menor incertidumbre sobre la política energética y los avances en la inversión del sector privado relacionada con el comercio.
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Una calificación crediticia es una opinión técnica sobre la probabilidad de que un emisor —Gobierno o empresa— cumpla con el pago de sus deudas en tiempo y forma. No significa una garantía ni un indicador absoluto, pero es una herramienta fundamental para los inversionistas a la hora de tomar decisiones, de acuerdo con S&P. Con la mejora de la perspectiva se manda una señal positiva al mercado que genera confianza entre los inversores.
La nota BBB de S&P forma parte de las calificaciones con grado de inversión, e implica que el país tiene capacidad adecuada para cumplir con sus obligaciones, pero está más sujeto a condiciones económicas adversas que los emisores con calificaciones A, AA y AAA.
La firma, que junto con Fitch y Moody’s son consideradas como las más importantes, indicó que una gestión política y económica eficaz que impulse la trayectoria de débil crecimiento del país, con una inversión más dinámica por ejemplo, podría traducirse en una mejora de la calificación.
Sin embargo, apuntó que retrocesos inesperados en la gestión macroeconómica o en el diálogo entre los socios del T-MEC sobre el fortalecimiento de la resiliencia de la cadena de suministro y los vínculos transfronterizos podrían debilitar la inversión y la confianza de inversionistas, lo que llevaría a una baja de calificación en los siguientes dos años.
Agregó que niveles más elevados de deuda y de déficits aumentarían los riesgos fiscales asociados con cualquier apoyo extraordinario para Pemex y CFE, lo que también podría derivar en una baja de calificación.
El mandatario, quien presumió en su cuenta de Twitter la noticia, cuestionó en 2019 a las calificadoras por haber reducido sus notas o perspectivas sobre México. Dijo que aplicaban la misma metodología de hace más de tres décadas, y que no consideraban la variable “corrupción”. En 2020 criticó que Fitch y S&P bajaran sus calificaciones en momentos en que no había una normalidad económica por la crisis sanitaria.
LEG