El Partido Acción Nacional en Puebla ya tiene su propio troll con Javier Lozano Alarcón, el petulante saltimbanqui de la política que ha dado traspiés desde hace 22 años.
Al menos una nueva generación de militantes debería saber que en cuatro sexenios y sus procesos de alternancia, Lozano Alarcón ha deambulado entre la grill palaciega, una senaduría ilegítima y hasta dos frustradas vocerías, la de José Antonio Meade como candidato presidencial priísta en 2018, y la fugaz permanencia en Coparmex, en donde ni siquiera pudo sentarse en el asiento que le tenía reservado ese sindicato patronal.
Por el breve lapso, los fracasos más notorios son los de los últimos meses, pero los del pasado lo colocan como una mala caricatura y lo inhabilitan como activo de cualquiera de los partidos que pretenden competir en las futuras contiendas con solvencia y seriedad.
En el plano nacional, ha de recordársele como el candidato a una diputación priísta que más votos produjo… para Acción Nacional, en el distrito poblano que mejores resultados dio en el año 2000, para Vicente Fox como ganador.
Todavía llegó a circular una vetusta credencial expedida por el Partido Revolucionario Institucional hace 22 años, con el rostro adusto de Lozano Alarcón, de la que por mucho tiempo se ofendió.
Pero también existen otras como senador panista promoviéndose en paradores de transporte, cuando era frecuente verlo en Casa Puebla.
Fue empleado de segundo nivel con los priístas Melquiades Morales y Mario Marín, hasta que fue llamado con los de su clase en la Libre de Derecho, Felipe Calderón y Margarita Zavala, en 2006.
El trato que dispensa en el plano personal resulta de una petulancia desbordada, salvo con el poderoso. Muchos de los panistas de ahora lo vieron en el pasado como un arlequín frente a un impositivo Rafael Moreno Valle.
Obsequioso con el poderoso, insultante con sus propios pares, Lozano Alarcón regresa por la puerta trasera del edificio de la colonia Bugambilias, en la capital.
Testimonios de ello abundan. Esa es la razón por la que no hay fiesta en el panismo poblano, sino un silencio sepulcral. Ni Augusta Díaz de Rivera ni Marcos Castro festinaron el regreso.
Si acaso, el secretario del comité panista colocó un tuit de bienvenida a tres nuevos militantes que nada tienen que ver con el discutible regreso de este personaje.
Un sondeo entre diversos liderazgos panistas -los que tiene trabajo militante, de base y se han mantenido firmes en su militancia, incluso en los momentos más difíciles- no deja ninguna duda.
La opinión general tras el reciclaje de una persona a quien han considerado sin la calidad para representar una oposición digna frente al partido dominante en la escena en Puebla y el país, es por lo menos imprudente.
Su perfil adolece de calidez o empatía, su discurso incendiario desluce el debate político y la carencia de arraigo lo convierten en el “panista” con más negativos en la escena.
El magma de Lozano ha sido labrado durante años, pero sólo él pretende ignorarlo.
@FerMaldonadoMX