Hubo un momento en que el edil de la capital, Eduardo Rivera Pérez, convertido en el objeto de una campaña negra desde el periódico propiedad Ignacio Mier Velazco y del inquilino del penal de Tepexi, reclamó al legislador, directo y sin intermediarios esa hostilidad.
Ocurrió el 5 de mayo de este año, cuando la logística del momento los ubicó uno junto al otro, en el palco central dispuesto para acompañar el desfile conmemorativo de la Batalla de Puebla con la presencia del presidente Andrés Manuel López Obrador y el gobernador, Miguel Barbosa.
Fiel a su estilo huidizo, palabras más palabras menos, salió con el viejo cuento de no tener nada que ver en la línea editorial y responsabilizó a su sicario mediático, hoy abandonado a su suerte frente a las imputaciones ya documentadas.
Nadie ha creído nunca la narrativa del turbio personaje. En cada portada, su imagen y declaraciones han tenido espacio destacado aún y cuando el interés general del momento y coyuntura estuvieron en otros elementos informativos.
De nada sirvió el ofrecimiento de paz de ese 5 de mayo porque unos días después, Rivera Pérez fue vinculado con un edil de Acatlán de Osorio, Arturo Cajica Gómez a quien se le había acusado de tener relación con grupos de delincuencia organizada: “Hay mafia entre Lalo Rivera y el narcoedil de Acatlán”, fue la oferta editorial del 11 de mayo.
El reclamo del edil cayó en el vacío por razones evidentes: Mier Valazco y la dirección editorial del diario tenían como misión “bajar” a quien veían como el rival a vencer en las urnas en 2024. En su lógica no existía la posibilidad de perder la candidatura al gobierno de Puebla.
La muestra de la ausencia de honorabilidad en la política según la práxis de Mier es recurrente. Ese pasaje en la historia de la no relación entre el hombre que se asume con el “liderazgo que transforma” y el presidente municipal contrasta con la línea discursiva del simulador.
“Con la novedad que el presidente municipal de Puebla, que aclaro es mi amigo también, decidió con base en el Coremun, retirar mi invitación que estoy haciendo a todas las poblanas y los poblanos con motivo de mi cuarto informe como legislador”, dijo el diputado que no obtuvo un sólo voto para reclamar el retiro de su campaña callejera.
La simulación y el fracaso han sido la constante en la carrera política del coordinador de los diputados de Morena en San Lázaro. Sólo su promotor Mario Delgado, el gerente en Morena, lo ignoran o se niegan admitirlo.
Desde hace 24 años ya se tenía registro de le falta de eficacia del rey del tropiezo. En 1998 fue responsable de la tarea de promoción del voto para José Luis Flores, el candidato en la interna del PRI.
La tarea encomendada por Manuel Bartlett Díaz fracasó frente a Melquiades Morales que terminó despachando en Casa Puebla. El preferido del actual director de CFE fue desterrado de la función pública y debió regresar a la consultoría financiera mientras que Mier Velazco, ufano, siguió en la suyo: la simulación.
@FerMaldonadoMX