Sólo una conducta patológica, disociada de la realidad y de clara tendencia por la maldad puede abrazar la posibilidad de que un personaje sujeto a proceso por extorsión, otros delitos y de muy mala calidad humana, salga de su encierro carcelario.
Eso es lo que ha sucedido desde hace al menos tres semanas hasta la madrugada de este martes en que se vaticinaba la libertad absolutoria del Nigromante que cambió de ser propagandista de Ignacio Mier a inquilino del penal de Tepexi de Rodríguez.
La madrugada de martes el autor de la columna recibió un mensaje de WhatsApp que parecía más amenaza de quien se asume abogado defensor del socio del coordinador de diputados de Morena en San Lázaro, detenido desde mayo pasado, José Luís Ramírez Téllez.
“Se ganó el amparo de Rueda, a ver si lo publica”, escribió el litigante con esa accidentada sintaxis que lo caracteriza. No es la primera vez que vierte amenazas contra quienes en ejercicio del periodismo digno han documentado, narrado y escrito sobre quien firmó sus textos con el pseudónimo de Nigromante.
Existen pruebas de la forma en la que el defensor de este personaje ha jugado en la esfera mediática. La coacción o compra de voluntades a través de métodos poco dignos: dinero, sustancias, bebidas o carnes.
Una vez que se supo de la aprehensión en la Ciudad de México ese 21 de mayo, vaticinó que su cliente saldría libre, para luego emprenderla contra la prensa que ha sido incapaz de torcer.
Sigue Ramírez Téllez la misma línea argumental de quien desde redes anónimas rivalizan con Miguel Barbosa para sembrar en el imaginario una condición imbatible.
En medio de la agria discusión en redes sociales por el acto anticipado de la abierta campaña política de Ignacio Mier el sábado 27 de agosto, un cobarde escondido detrás de una cuenta de Twitter lanzó una piedra cargada de inquina contra Jesús Olmos, coordinador editorial de este medio porque en libertad, nunca se mencionó al imputado y huésped del penal de Tepexi.
Al autor de la columna Piso 17, Alvaro Ramírez pretendieron denigrarlo como si las virtudes y la moral fueran divisa propia en el equipo que rodea a Ignacio Mier y al empresario de medios que utilizó la pluma con trampa y mala entraña.
Hace tres semanas que un conjunto de granjas digitales al servicio del dinero de dudosa procedencia, pero de obvia conducta delictiva, habían festinado la liberación de Arturo N., y que “vendría más cargado”.
Las malas noticias para quienes echaron andar la estrategia a través de redes están a la vista, sólo ignorada por quienes asumen como credo la post verdad y la realidad alterna.
El imputado no atraviesa por sus mejor momento en el encierro en el que se encuentra, con una notable pérdida de peso y del ánimo combativo no queda nada.
No es motivo de gozo porque la desgracia de cualquier persona merece solidaridad, pero esos son valores que están lejos de abrazar quienes con ligereza, enojo y afán de desquite buscan revancha.
Peor: Gobernación federal no ha movido un dedo en su favor.
Ramírez Téllez puede darse por servido. El autor de esta columna acusa recibo.
@FerMaldonadoMX