El presidente municipal de la capital, Eduardo Rivera Pérez, ciertamente es el mejor cuadro que tiene Acción Nacional para competir por la candidatura al gobierno del estado en 2024.
Pero contra toda lógica para cuidarlo, sin exponerlo a la feroz oposición, operaron en contrario sólo para anticipar un escenario del que con mustia conducta, festinan sus detractores desde trincheras enemigas en el mismo Acción Nacional.
De ahí la ironía del gobernador Miguel Barbosa en su conferencia de presa de la mañana de lunes respecto a las aspiraciones de aquel desde que obtuvo la victoria en la elección del 1 de junio de 2021 frente al fracaso en política de la morenista, Claudia Rivera, derrotada en su intento reeleccionista.
Y a menos que el dirigente nacional Marko Cortés haya tenido intenciones ulteriores para hacer que su correligionario en la capital enfrente el desgaste de coyuntura, no se entiende que lo haya arrojado al ruedo a tan temprana hora.
El dirigente panista no es un improvisado en las artes de la competencia política. Tampoco es nuevo Rivera Pérez en las lides que ahora lo colocan en un tobogán de reacciones tras la advertencia de Barbosa esta mañana, de marcar distancia de un formal aspirante a sucederlo en Casa Aguayo.
La hoja de ruta original de Rivera Pérez estaba en primera instancia desarrollar una estrategia más inteligente, sin algarabías fatuas o comparsas con pompones para evitar el escenario que detonó desde este fin de semana para ser enviado abruptamente al campo de batalla.
Los planes originales del inquilino del edificio de Charlie Hall marcaban un derrotero diferente. Hacer política, persuadir y construir acuerdos con liderazgos en las diversas regiones, sin abandonar la capital ni las responsabilidades que el cargo imponen.
Nada de eso sirvió porque el dirigente nacional de su partido llegó a la capital para echar a perder lo que con tacto y paciencia había comenzado a trabajar sin violentar el Código de Instituciones y Procesos Electorales en Puebla tras el evidente acto anticipado de campaña, muy similar al que encabezó Ignacio Mier Velazco, coordinador de los diputados federales de Morena.
Dos destapes, dos denuncias es el saldo de la tempraneara carrera por la sucesión en Puebla. Será la primera tarea que deberán resolver los órganos jurisdiccionales para lo que ambos deberán ocupar tiempo y recursos jurídicos antes de ser inhabilitados para la hora real de la competencia por los votos en dos años mas.
El contexto complejo de esta semana ocurre en el momentos menos oportuno para el edil de la capital que en menos de diez días deberá ser anfitrión del titular del Ejecutivo, en el palco central de palacio municipal el 15 de septiembre, en ocasión del 212 aniversario del inicio del la Independencia de nuestro país.
Basta que un espontáneo grite ese día desde el gentío “Lalo gobernador” para que las cosas empeoren. Del ambiente festivo al que convoca la efeméride de ocasión, a la desconfianza por un momento en la historia política de Puebla que sembró entre poblanos un michoacano desorientado, ávido de reflectores y el aplauso fácil como el dirigente nacional panista como Marko Cortés.
@FerMaldonadoMX