A cinco años de la victoria de Andrés Manuel López Obrador en la elección presidencial y a 11 meses exactos de que se verifique la siguiente, la conclusión que salta a la vista es: El Presidente y su partido gozan de cabal salud y si hoy fuera esa elección, ganarían nuevamente la Presidencia de la República y la mayoría de escaños en el Congreso de la Unión, así como la mayoría de las nueve Gubernaturas que se disputarán, si no es que todas.
Y esta conclusión no es por la demostración de músculo que el movimiento lopezobradorista mostró el sábado en el Zócalo de la Ciudad de México, donde centenas de miles de personas acudieron al mitin del aniversario de la victoria de 2018.
Es porque en todas las mediciones serias -incluidas las de medios opositores y/o críticos del Presidente- Morena tiene hoy una muy cómoda ventaja (de al menos veinte puntos) en preferencias sobre sus opositores de la alianza del PRI-PAN-PRD.
Los opositores y críticos de López Obrador son muy activos en redes sociales y eso hace pensar a muchos que “la mayoría” no simpatiza con el Presidente y su partido, pero la realidad de la generalidad de la población del país, la que medimos con muestreos representativos todas las empresas encuestadoras serias, indica otra cosa: La mayoría de la gente en todo el país (variando los porcentajes en las distintas zonas geográficas y Estados) sí aprueba la gestión del Presidente y en la mayoría de Estados hoy votaría mayoritariamente por su partido.
Me preguntan en muchos lados que cómo es eso posible si “entre mis amigos y familia todos están en contra de López Obrador” y yo les respondo que eso no es una muestra representativa de la sociedad, solo es el círculo que me rodea y que responde a una misma línea de pensamiento y medio sociodemográfico.
Y reitero siempre: Por supuesto que López Obrador tiene miles, millones de detractores en todo el país. Sí, pero los defensores y simpatizantes del mismo son más en el momento actual. Los líderes de la oposición a AMLO no han sabido despertar el entusiasmo de más gente. Los dirigentes de los partidos opositores no terminan de ponerse de acuerdo en quién lanzarán como candidato (a) presidencial porque simplemente no hay uno que entusiasme. Ahora mismo intentan despertar el interés por la panista Xóchitl Gálvez, aunque creo francamente que no lograrán su cometido. Ya mediremos.
En Morena (y sus aliados) están enfocados en definir no quién es su candidato presidencial, sino quién será el próximo Presidente(a) de México, atendiendo a las preferencias tan grandes que tiene hoy el partido. López Obrador ya no irá en la boleta electoral, pero sí estará presente en el subconsciente colectivo de la mayoría de sus partidarios y simpatizantes.
Todo esto ha provocado que en los Estados donde habrá elección para Gobernador (nueve en 2024), los precandidatos de la oposición a Morena estén pensando seriamente si se lanzan a una muy probable derrota. Puebla no es la excepción. La verdadera lucha es hacia dentro de Morena, porque la elección constitucional al parecer será un trámite.
Y aún con todo, faltan 11 meses exactos para que se verifique la gran elección de 2024. ¿Podrán cambiar las preferencias en ese lapso? Es poco probable, pero nunca imposible. Tendría que ocurrir algo catastrófico para que cambiaran las actuales tendencias. Aunque desde luego faltan las definiciones de candidaturas (Presidencia y para Gubernaturas) y seguramente habrá dolidos y enojados. Aunque también algunos hemos medido esas probabilidades (que algún precandidato molesto se salga de Morena y busque cobijo en otro partido) y al momento actual, perderían si se lanzan fuera del partido guinda.
En fin. 11 meses. La cuenta regresiva sigue avanzando.
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