La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

 

Nunca entendí por qué Blanca Alcalá encabezó una lucha cotidiana en contra de un museo.

Si un marinista de cepa como Alberto Jiménez Merino lo hubiera hecho no habría sorpresa alguna.

Y es que Beto está más preocupado y metido en los búfalos de agua o la siembra del pápalo que en los museos.

Peor aún: que la ex presidenta de la Comisión de Cultura del Senado de la República enfilara sus críticas a un museo convertía esa actitud en insólita y atrevida.

No sé quién le vendió a la entonces candidata del PRI (y la basurita en lo que quedó convertido el Partido Verde) que el Museo Internacional del Barroco era oneroso porque su manutención y funcionamiento costaban un millón de pesos diarios.

(Tal aberración sólo se sostiene con operaciones matemáticas hechizas que harían imposible cualquier obra pública en cualquier lugar del mundo).

Más allá de esa mentira, Blanca hablaba en contra del museo como una enemiga de la cultura o como esos ignorantes que desde la prensa local lo consideran superfluo.

Que estos últimos digan lo que dicen tampoco es sorpresa, sobre todo conociendo sus severas limitaciones.

Lo que metía un ruido innecesario era que la enemiga permanente del museo en las campañas que vivimos hasta hace unos días fuera alguien que presidió la Comisión senatorial dedicada a la cultura.

Si Ana Teresa Aranda hubiera eructado en contra del museo no habría pasado nada.

La ignorancia está en sus discursos y en su naturaleza.

Lo indignante fue que, fiel a su carrera política, Blanca Alcalá haya repetido de memoria lo que le dijeron que tenía que decir en contra del museo.

Cuando salió con eso de que una vez que ganara la elección del 5 de junio vendería Casa Puebla, pensé en el Barroco.

¿Qué hará con la gran obra de Toyo Ito que dirige de manera extraordinaria el curador Miguel Ángel Fernández?

¿La venderá o la convertirá en invernaderos, a sugerencia de Jiménez Merino o Pepe Tomates?

Imaginé a Blanca Alcalá en su discurso de toma de posesión ordenando el cierre total del museo como primer acto de gobierno.

Sentí un calosfrío ignoto, a la López Velarde.

Imaginé que decenas de camiones sacaban la obra del museo y la embodegaban sin cuidado alguno.

La vi recorriendo el museo —ya desnudo— celebrando con sus funcionarios de primer nivel el primer manotazo en contra de Moreno Valle.

Pensar que la gente es tonta es una creencia de la clase política.

Esa gente —inteligente, cultivada— contribuyó a evitar que el espíritu de Hitler se colara a Puebla.

De esas tentaciones y locuras está empedrado el bulevar que lleva al mismísimo infierno.

 

Morena y la ignorancia supina

Dice llamarse Carlos Sebastián Pérez Justo y quiso vivir sus 15 minutos de fama.

Para lograrlo, nuestro ilustre desconocido personaje creó una historia digna del Sensacional de Barrios.

(Dato adicional: También dice ser representante de Morena ante el Instituto Electoral del Estado, aunque ni los más conspicuos pejezombies lo conocen. Realidad: es un ilustre desconocido hasta entre las hordas pejistas).

La trama es la siguiente: El horroroso aparato de Estado pretende cometer un horroroso fraude para salvar al horroroso partido Compromiso por Puebla y así salvar su horroroso registro.

Para lograr ese horroroso cochupo -dice nuestro personaje- los responsables alteraron las boletas electorales.

-“¡Se usaron dos tipos de crayones!”, grita a los cuatro vientos.

“Están haciendo hasta lo imposible por salvar a ese partido. La única forma de salvarlo es que donde estaba marcado el PAN también (marcaron) CPP con un crayón diverso. En el Consejo 16 se iban a reabrir seis paquetes (y) se abren más de 70 y en aquellos paquetes se encuentran más de 2 mil votos para la coalición, mil para CPP. Mil por cada distrito, cuando le faltan 9 mil para salvarse. Es un fraude”, declara al portal e-consulta.

(En este momento, hipócrita lector, la trama demanda que ponga cara de sorpresa)

¡Matemática pura digna del Sensacional de Barrios!

¿Fraude?

“Nada de eso, compañerito”, dirían los pejezombies.

Y es que la versión difundida por el desconocido Sebastián no soporta el menor análisis.

Vayamos por partes:

Para todos es conocido que una cosa es el conteo del Programa de Resultados Electorales Preliminares y otra el cómputo distrital.

El primero ofrece una tendencia “no definitiva” y el segundo es, de acuerdo a lo que establece la ley electoral poblana, verificado y comprobado por la autoridad electoral y por los representantes de los partidos mediante un procedimiento de comparación-exclusión de actas e incluso de votos para eliminar cualquier duda.

Es decir, los resultados del PREP y cómputo distrital nunca serán los mismos.

Primera mentira del horroroso fraude.

Peor aún, lo que nuestro narrador de historias del cabaret poblano no sabe o no se lo enseñaron en una de esas capacitaciones exprés que ofrecen a todos los que quieran ingresar al ejército lopezobradorista, es que para contabilizar y dividir los votos por partido en un cómputo distrital se utiliza la fórmula de repartición de enteros y decimales.

Dicha repartición se lleva a cabo ante el Consejo Distrital sumándose el número total de boletas del grupo según el tipo de grupo al que pertenezca. En el caso de la coalición Sigamos Adelante existieron 43 grupos, es decir, 43 diferentes formas en que un votante puede sufragar.

Es tal la complejidad para establecer la separación de los votos de los partidos políticos que es prácticamente imposible que se realice en la casilla electoral el día de la jornada.

Si nuestro personaje Sebastián supiera ese principio básico entendería que es bastante razonable que los resultados en cada casilla por partido político varíen por mucho respecto a los resultados en los consejos distritales.

¿Horroroso, fraude?

Que Hugo Chávez los redima.

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