“Se portaron muy bien”.
Con estas palabras el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) “palomeó” la marcha del 8M -la última de su Gobierno- y de paso remató 5 años de críticas constantes al movimiento feminista.
Este lunes, al referirse a la marcha “morada” que congregó, según cifras del Gobierno de la Ciudad de México, a 180 mil almas -más de la mitad de los asistentes del arranque de campaña de Claudia Sheinbaum en el Zócalo– el mandatario mexicano dijo que:
“Quiero agradecer mucho, primero a todas las mujeres, las que se manifestaron, por lo general fue una manifestación pacífica (…) agradezco mucho que se portaron muy bien las manifestantes”.
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Y destacó que si bien hubo un grupo que causó daños, esto no paso a mayores además de que -según su dicho- los 2 edificios “más atractivos” para los daños son Palacio Nacional y la Catedral.
“En esta última ocasión se enfocaron más a la Catedral pero había vigilancia”.
Pese a este reconocimiento, la historia del Presidente con el movimiento feminista está plagado de críticas y señalamientos.
Hace apenas 7 meses, López Obrador cargó en contra del feminismo al decir que “engaña” cuando se argumenta que su administración no atiende los feminicidios; ese día hasta presumió ser “feminista”:
“Lo conozco -el feminismo- desde hace años, desde que estaba en la escuela y no sólo lo conozco, lo practico, tan es así que no hay otro gobernante en México que haya abierto tantos espacios para la participación de las mujeres, ninguno”.
En 2022 días antes de la “marcha morada” el titular del Ejecutivo llamó a las participantes a que no hubiera violencia, pues tenía información de que un sector se estaba preparando con marros, sopletes y bombas Molotov:
“¿De qué se trata? Ya eso no es defender a las mujeres. Ni siquiera es feminismo. Es una postura conservadora, reaccionaria en contra nuestra, en contra de la política de transformación”.
El 29 de septiembre de 2021 tras una protesta en la sede del Ejecutivo, López Obrador dudo de la legitimidad del feminismo:
“Diría yo que es un fenómeno nuevo que tiene que ver con el inicio de nuestro gobierno, por eso hasta desconfío sobre su autenticidad, porque no se puede ser revolucionario, no se puede buscar una transformación, luchar por la justicia, siendo un rebelde sin causa. ¿Cómo?”.
O, en junio de 2020, López Obrador -quien presume que su Gobierno ha sido el “más feminista” de la historia reciente del país, pues varias carteras de Estado son encabezadas por mujeres- hizo referencia al rol de cuidadoras, en el que la tradición las ha encasillado:
“A veces no gusta mucho porque, también con razón, se quiere cambiar el rol de las mujeres y eso es una de las causas, es una de las causas justas del feminismo, pero la tradición en México es que las hijas son las que más cuidan a los padres (…) las hijas siempre están pendientes de los padres, de los papás, de las mamás”.
Un mes antes –mayo 2020– minimizó la cifra de llamadas de denuncia de la violencia en contra de las mujeres:
“No quiero que me vayan a malinterpretar, porque muchas veces me sacan de contexto, lo que digo el 90 por ciento de esas llamadas son falsas, está demostrado, y esto no es sólo por tratarse de llamadas que tengan que ver con el maltrato a las mujeres, eso sucede lo mismo en las llamadas que recibe el Metro sobre sabotajes, sobre bombas, la mayor parte son falsas”.
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Una de las demandas del feminismo que también ha causado incomodidad al saliente mandatario es el aborto, tema sobre el cual ha evitado posicionarse y suele se ambiguo en sus respuestas, o de plano, proponer una consulta sobre su despenalización (1 de enero de 2021).
Por Luis Valdés