De acuerdo con datos del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), en México, 60% del agua potable proviene de cuerpos superficiales. Un total de siete de los principales ríos en el país representan 71%, ubicados en el centro y sur del territorio, en tanto el otro 29% se encuentra en el norte.
Resulta que las aguas superficiales tienen como principal enemigo la contaminación, especialmente las residuales, en la mayoría de los casos vertidas sin tratamiento previo a los cauces – como ocurre en Chignahuapan, por cierto –, sin importar que contengan diversos contaminantes.
Frente a esta realidad, un problema severo, real y que ya enfrentamos a diario en una alarmante superficie del territorio nacional, es la sequía.
Los datos son reveladores, el problema, es que los mexicanos no se preocupan realmente por lo que acontece a su alrededor, observan los problemas como ajenos. El famoso, y lacerante, “ya merito”, aplica para todo, así, creen que nada grave pasará en breve, que es posible arreglarlo o que, en una de esas, no ocurre si no hablan del tema. Exigen al gobierno, más allá de color o convicción, pero poco hacen en la vida diaria por aportar su granito de arena.
Tome nota. El 52% del territorio nacional está ubicado en clima árido o semiárido. Son 14 los estados en tales regiones. De acuerdo también al IMCO, durante la última década las sequías han ido en aumento, no sólo en su frecuencia, sino en intensidad y duración.
Su registro de 2021 señala 8 mil 491 sequías, 71 por ciento de ellas catalogadas como severas, lo que implica poner en peligro algunas producciones agrícolas; otro 26 por ciento fueron extremas, con pérdidas mayores en cultivos, así como riesgo de incendios forestales, mientras que el 3 por ciento restante fueron excepcionales, lo que significa escasez total en embalses, arroyos y pozos.
El tema da para más, para mucho más. Como abordar la situación actual de los acuíferos, que enfrentan el riesgo de sobreexplotación, lo que terminará impactando negativamente en el abasto en general del vital líquido.
¿Por qué le cuento todo esto?
Sencillo, creo que un excelente ejercicio, democrático, político, inteligente y vital, sería que la próxima vez que toque a su puerta un candidato, antes que nada, le cuestione cómo dará solución al problema. Sin olvidar claro, que parte de la estrategia, si la tiene, debe incluirlo a usted.
Hay que ponerse serios y exigir soluciones viables. No es broma que un día, lamentablemente no muy lejano, la guerra será por el agua.
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