Juan Norberto Lerma

Un episodio distante, de Paul Bowles, comienza con el viaje apacible de un profesor de lingüística que va a visitar a un amigo. El título del cuento pareciera querer sugerirnos que lo que vamos a presenciar no es algo cercano con lo que nos podamos tropezar a la vuelta de la esquina, sino que se trata de una historia lejana en el espacio geográfico y también de la comprensión humana.

El viajero va en busca de un antiguo amigo que es dueño de un café, pero cuando llega se entera que su amigo ha muerto. Como para entablar conversación o casi como si fuera un destino, el lingüista hace una pregunta que molesta al hombre que le sirve un té en el local.

El protagonista le pregunta al hombre si acaso sabe él en dónde se pueden conseguir unas cajas de ubre de camella. El empleado disimula el enojo que le provoca la pregunta y sin reparar en la actitud de su interlocutor, el lingüista le ofrece 10 francos por cada caja de ubre de camella que le consiga. Ávido y codicioso, el empleado pide 30 francos por cada caja, sin embargo, el lingüista no cede.

El nativo se enoja porque no puede obtener más dinero del protagonista, y aparentemente se tranquiliza y se ofrece a llevar al profesor a un lugar en el que encontrará las cajas de ubre de camella que desea. Desconcertado o triste por la muerte de su amigo y sin nada que hacer en la ciudad, el protagonista decide dejar que el empleado del café lo lleve hasta el lugar en donde encontrará las cajas.

Es en ese momento cuando se sella el destino del protagonista, porque el empleado del café lo lleva hacia un lugar en donde se refugia una especie de tribu, dedicada al robo y al saqueo.

Es verdad que el empleado cumple con llevar al protagonista al lugar que le prometió, pero no le dice lo que les espera a quienes irrumpen en ese territorio, y se separa de él a una distancia en la que ya es peligroso avanzar un paso más. Sin dolor alguno por lo que él sabe que le espera al profesor, en cuanto recibe su paga, el empleado se aleja.

En los siguientes párrafos seremos testigos de la manera en que el lingüista comienza a caer, paso a paso, en un abismo de terror, dolor y crueldad que ejercen contra él todos los hombres con los que se encuentra en el camino.

Con un estilo preciso y aparentemente desenfadado, el narrador recrea el camino que el lingüista recorre: cumbres, desfiladeros, polvo, y pareciera que el protagonista va hacia un lugar distante para que la civilización no sea testigo del dolor y sufrimiento que se provocan entre sí los hombres.

En cuanto el empleado del café se aparta, un grupo de ladrones captura al profesor y lo lleva a un lugar escondido, apartado, en el desierto. Se lo llevan con ellos como si se hubieran encontrado una cosa, un animal del que más tarde podrán obtener alguna ventaja o beneficio. Lo que menos les importa a los sujetos es que los descubran y hacen cuanto pueden para arrancarle al profesor alaridos de terror y lo llevan hacía tierras remotas.

La sensibilidad del profesor también emprende su propio viaje hacia las tinieblas del desconcierto, pasa por el infierno del horror constante, y desemboca en un territorio en el que el dolor no existe y la muerte ya no importa.

A lo largo del texto, el hombre padecerá varios episodios de crueldad que lo sumergirán en los abismos del mutismo y del bloqueo mental, y sufrirá un tormento que lo reducirá a la categoría de un objeto. En esa región, la vida de un lingüista francés vale menos que la de un animal.

Por momentos pareciera que el narrador nos lleva a un lugar remoto de la Tierra para que no se mezclen la inhumanidad y la civilización, o para mostrar simplemente las costumbres brutales de esos hombres, que basan su existencia en la guerra y en el saqueo. En el choque cultural entre europeos y pueblos aparentemente bárbaros, en su territorio, siempre sufrirán los occidentales.

El narrador describe con una naturalidad que asombra, las torturas a las que someten al lingüista los sujetos que lo capturaron. La narración es descarnada, sangrante, apabullante, y uno podría creer que la maldad es una actividad normal en esas tierras, porque ninguno de esos habitantes se conmueve de los sufrimientos del lingüista, sino que hasta festejan el dolor del personaje occidental, y lo ven quizá como a un bicho raro que merece todo el tormento que le infligen.

Es evidente que la crueldad que se les atribuye a los ladrones es sólo un rasgo característico de la especie humana, que en determinadas circunstancias se detona.

La capacidad de supervivencia del ser humano siempre se esfuerza al máximo, pero también lo expone a multitud de sufrimientos que el instinto no sabe que ya son innecesarios.

Disminuido físicamente, una parte del espíritu del lingüista aún late como otro corazón que, desde algún lugar del mundo, tiene la capacidad de reconstruirlo y lo obliga a enfrentar las circunstancias contrarias que lo acorralan.

La maldad y la crueldad están en todo el mundo, son algo común, pero la lucha por la sobrevivencia siempre es un espectáculo feroz, doloroso y conmovedor, tal como Paul Bowles lo recrea en el cuento Un episodio distante.

Paul Bowles es un escritor norteamericano que nació en 1910 y murió en 1999. Escribió 6 novelas: El cielo protector; Déjala que caiga; La casa de la araña; La tierra caliente; y, Muy lejos de casa. Además, escribió 6 libros de cuentos.

Por: Juan Norberto Lerma

@Lermanorberto

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