El ambiente electoral que se vive en Puebla está cada vez más enrarecido, mientras la cuenta regresiva al 2 de junio se acerca.
La presente elección – de forma lamentable – se asemeja más a la de 2018.
Los demonios se desataron en la entidad poblana.
La semana que concluyó, tal vez sea la más convulsa que llevamos en las campañas a las que ya solo le quedan 26 días para terminar y llegar al “Día D”.
Hace apenas 10 días se comentaba la supuesta amenaza de muerte que recibió Mario Riestra, candidato del PAN a la alcaldía de Puebla, cuando el pasado sábado – un día antes de la visita del presidente Andrés Manuel López Obrador para encabezar el desfile del 162 aniversario de la Batalla del 5 de Mayo –, Eduardo Rivera hizo público el presunto atentado que sufrió por parte de un comando que allanó el domicilio de sus vecinas, a quienes amagaron y les dejaron un mensaje por demás perturbador.
La publicación de Rivera en su cuenta oficial de X llegó al millón de interacciones y su denuncia tuvo eco en la candidata presidencial Xóchitl Gálvez, los líderes nacionales del PAN, PRI y PRD, además de que se convirtió en nota nacional en los principales medios de comunicación de México.
“Cuando llegue lo recibiremos con un plomazo en la cabeza”, fue el mensaje que uno de los agresores le dejó al abanderado del PAN en el estado, quien sentenció que “es una muestra evidente que se trató de un atentado contra mi persona. No puede haber ni admito otra interpretación”.
Los hechos denunciados pública y legalmente por Rivera Pérez coinciden con la reaparición de Eukid Castañón, documentada el pasado jueves por la mañana en un noticiero matutino, en el cual se dio a conocer con un video y un audio que el morenovallista está supuestamente operando a favor de Morena en Puebla.
En rueda de prensa, los líderes del bloque opositor condenaron el regreso de Castañón Herrera y lo señalaron como el principal responsable del clima de inseguridad que viven los candidatos de la alianza Mejor Rumbo para Puebla.
En política no existen las coincidencias.
El mismo sábado por la mañana, el periódico Reforma, en su edición de ese día, llevó en portada un reportaje bajo el título “Canjean calificaciones por credencial del INE”, que fue replicado por otros medios nacionales, en los que la SEP estatal estaría presuntamente coaccionando el voto de estudiantes de instituciones públicas a favor de los candidatos de la 4T.
El panorama en Puebla está cada vez más tenso.
Todavía algunos malversadores y ruines pedían hasta hace unos días en sus espacios en los medios de comunicación, que las elecciones se polarizaran.
Insisto, la elección actual se parece cada vez más a la del 2018, cuando la dictadura morenovallista envició los comicios que enfrentaron a Martha Erika Alonso contra Miguel Barbosa, quien fue víctima de una guerra sucia inusual, acoso, hostigamiento y amenazas que se extendieron a buena parte de su equipo de campaña.
Solo basta recordar que durante ese proceso fue allanado en dos oportunidades el domicilio de su excoordinadora de Comunicación, Verónica Vélez, y que el propio Barbosa Huerta, como el mismo lo apuntó en su momento, recibió amenazas de muerte que se extendieron también a las elecciones extraordinarias del 2019 y que, al decir del fallecido exgobernador, fueron hechas por personas cercanas a Eukid Castañón y al narcomenudista José Christian Romero, El Grillo, quien murió el año pasado en un penal en Oaxaca.
Verdadero o no, real o montaje, la realidad es que las denuncias públicas hechas por los candidatos del PAN ya no deben tomarse como hechos aislados o como acontecimientos que suceden a consecuencia de la calentura electoral.
Si Mario Riestra o Eduardo Rivera fingieron todo, como así lo acusan en Morena, que la Fiscalía General del Estado castigue de manera ejemplar, al igual que si se demuestra que estos supuestos atentados sucedieron se condene a los agresores y se garantice la seguridad de los abanderados en el estado y en la capital de Acción Nacional.
Como ya lo he apuntado en anteriores entregas de esta columna, nadie gana con que en Puebla se propicie un ambiente de violencia y poca seguridad durante las elecciones, que de por sí, son bastante complejas y poco o nada han despertado el clamor social y el entusiasmo deseado.
El gran perdedor, además de los familiares de los candidatos involucrados, son los electores poblanos que cada vez tienen menos argumentos para salir a votar el primer domingo de junio.
Puebla exige elecciones en paz y seguras.
Ningún cargo público vale poner en riesgo la vida de alguien.
Por: Gerardo Ruiz / @GerardoRuizInc