Por: Neftalí Coria
“Vivos retratos, 68 Voces”, es un proyecto televisivo, literario e histórico que recoge en palabras e imágenes la presencia de sesenta y ocho personajes de la vida michoacana que han logrado relevancia en sus quehaceres y han trascendido con ejemplar vocación y entrega en aquello que eligieron como actividad única en su vida. El resultado quedará impreso en un libro de relatos, viñetas, retratos literarios y fotografías que Wendy Rufino lograra con cada uno de los personajes incluidos. Un proyecto que se mantiene vivo semana a semana, tanto en el cana LaVozTV como en el impreso como columna en el diario impreso de La Voz de Michoacán, además de la pagina web de mismo periódico. Será un libro, acompañado de una colección de videos, como pocos de su especie. Un volumen de historias, de testimonios y hechos que sucedieron en la vida de estos hombres importantes para la historia reciente. Una síntesis de lo que su vida ha sido, un panorama de su tránsito por el mundo. Hombres y mujeres importantes, personas de talento que sobresalieron en la comunidad; son ellos los que forman parte de este compendio que habrá de ser –desde su mirada–, una panorámica de Michoacán en sus diversos significados.
Los retratos literarios que escribí sobre cada uno de los personajes, están basados en las palabras que ellos me dijeron durante mi encuentro con cada uno y como el retratista que siempre quiere ser fiel a la imagen que retrata, así, con ese cuidado traté de revelar cada imagen en el cuarto oscuro de la memoria y quise –como se pensaba en el pasado que una foto robaba el alma–, buscar en ellos el señuelo que me diera el verdadero rostro de aquel que me habló de su vida y su labor en el mundo; robar el alma y dejarla en las páginas de este libro. Busqué en su rostro (siempre los miré a los ojos y no perdí detalle de sus gestos, aunque algunos no me miraran a mí mientras hablaban, como fue el caso de un sacerdote), busqué ir al fondo de ellos y entender aquel que hablaba voluntariamente y bajo la premisa de una pregunta o una propuesta que le hiciera narrar cómo fue su vida, hasta el día de la conversación. Durante las entrevistas, los miré a fondo, porque quise buscar en el rostro de mis interlocutores, el momento que más hablara de su verdadero ser, porque creo con Baudelaire, que el retrato es una “biographie dramatisée”, “una lectura narrativa y una revisualización movida, expresiva del alma que en el rostro está instalada”, como lo asegura Salvatore Silvano Nigro en el prólogo de “El rostro del alma”, aquel pequeño volumen de Tullio Pericoli, el extraordinario pintor y diseñador italiano en donde revisa su trabajo de haber dibujado rostros durante gran parte de su vida. Pericoli dice: “desde hace tiempo me dedico a los rostros, casi desde siempre, y a los retratos. He hecho muchos retratos a lo largo de los años. Muchos. Muchísimos. Siempre con la convicción de que el individuo está en el rostro”. Así lo creímos con Wendy Rufino y a ese objetivo nos dirigimos siempre. Ella los buscaba con la lente de su cámara y yo con mis preguntas, ella repitiendo su espíritu en una fotografía y yo capturando con las palabras esa esencia derramada en sus relatos. También debo decir, que durante los encuentros para entrevistarlos, estaban las cámaras de televisión como testigos a manos de Salvador Rodríguez y Juan Carlos Salinas que buscaron siempre el mejor ángulo, la mejor toma, es decir la captura completa de aquel retrato móvil del que no había que perder momentos medulares en la historia de sus gestos y expresiones corporales.
Comenzamos a planear y a detallar el proyecto con Sandra Aguilera y desde las primeras ideas quisimos favorecer la historia de los hombres importantes en el Estado de Michoacán al clima y baptisterio de la escritura literaria. Con el tiempo y en la práctica, el proyecto nos fue rebasando, pero lo alcanzábamos y también el proyecto nos enseñó con sus complejidades y obstáculos las gracias de la televisión y el periodismo. Vivimos novedades que surgían, como respuestas negativas de algún personaje. Sin embargo todo encontraba buen cause, porque había un equipo de trabajo bien cimentado. Wendy Rufino, Sandra Aguilera, Salvador Rodríguez, Juan Carlos Salinas y yo, de manera central en las actividades prácticas del proyecto, logramos concretar con largas jornadas de viajes, esperas, incertidumbres e imprevistos, el proyecto que hasta hoy día sigue sedimentándose como las buenas construcciones. Y es que los demás compañeros que colaboraron en el proyecto para hacer posible la logística, el diseño, la publicidad, la edición, las relaciones públicas y demás actividades en las diversas áreas de trabajo en “La Voz de Michoacán”, fueron indispensables y nombrarlos sería una larga lista.
Las experiencias vividas en este laborioso proyecto, nos dejaron un aprendizaje indiscutible. Y los entrevistados fueron políticos encumbrados, comerciantes ambulantes, empresarios, científicos deportistas, artesanos, diplomáticos, artistas famosos, mujeres brillantes, personas que hicieron una labor grande en su pueblo, activistas, sacerdotes, empresarios, ciudadanos que cambiaron el rumbo de la historia para que ésta pudiera ser mejor. Personas imprescindibles que deben reconocerse y quedar en las páginas de la historia, y “Vivos Retratos, 68 Voces”, quiere ser esa página de la historia.º
