La Quinta Columna 

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

 

En las mesas con periodistas era habitual que Manlio Fabio Beltrones hablara de los estados que iba a perder el PRI y de los funcionarios del gobierno federal que no estaban haciendo nada para que ganaran.

Con un tono dolido, se quejaba de algunos secretarios —Chong, Videgaray, Meade— que se movían a favor de dos o tres gobernadores de oposición.

“Están engañando al presidente”, dicen que decía con aire resignado.

Puebla apareció desde el primer momento como un caso perdido para su partido.

Y es que se juntaban tres factores:

El miedo brutal que Blanca Alcalá le tenía al gobernador Moreno Valle, la operación total de éste y las buenas relaciones de las que gozaba entre los más influyentes secretarios.

En su agenda, Puebla aparecía como un caso perdido.

Tal cual se los compartía a los periodistas con los que comía o cenaba.

Sin eufemismos.

Cuando Beltrones venía a Puebla ponía su mejor cara y le decía a Blanca Alcalá que las cosas se estaban poniendo difíciles, por lo que era necesario que endureciera su discurso.

En corto, les confiaba a algunos:

“No sé qué se comió Blanca que no se atreve a tocar a Moreno Valle”.

Buen actor de sus emociones, Beltrones simulaba que las cosas iban bien cuando pasaba al micrófono, pero no ocultaba su preocupación ante los malos resultados de los mítines y las encuestas.

Nunca, salvo al principio de las campañas, tuvo sondeos que le dijeran que Puebla se iba a ganar.

“Blanca no era mi candidata. Mi candidato era Doger. En Los Pinos y en Gobernación la eligieron a ella. Que no me culpen de los malos resultados”, solía argumentar a su favor.

Cuando vino la debacle poblana, no se inmutó.

No movió un músculo de la cara.

Ni un tic.

Ni un pestañeo.

Nada.

Con su renuncia se vienen abajo, entre otras cosas, los recursos jurídicos que los pésimos abogados del PRI poblano interpusieron en contra de Tony Gali Fayad.

Sin Beltrones al frente, las reglas cambian.

Los priistas poblanos ya se saben el camino:

En un peñasco tirarán ese ridículo como antes tiraron otros: la resistencia civil, la huelga de hambre, la encuesta del CEN que les daba el triunfo...

Muchas mentiras en una sola campaña.

Muchas simulaciones.

Beltrones debió saber en dónde se estaba metiendo.

El PRI poblano es uno de los peores del país.

No de ahora, de hace muchos años.

Seis cuando menos.

No ganan ni en defensa propia.

Un error entre muchos: se han acompañado de periodistas-asesores que sólo se llenan los bolsillos.

Horas después de su renuncia, Beltrones cambió de discurso y hasta elogió a dos enemigos históricos: López Obrador y Margarita Zavala.

A ambos, de entrada, les reconoció valores y cualidades.

Y hasta dijo que si en 2018 gana el tabasqueño las masas no se equivocarán.

Ufff.

Ese cambio radical en el discurso del dinosaurio no es gratuito.

Es un Beltrones herido, humillado, derrotado.

Busca negociar desde el callejón de los madrazos.

Es donde mejor se mueve.

El olor a sangre lo estimula.

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