Por Pascal Beltrán del Río
Cuando el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, dice que muchos de los que hoy le piden al gobierno federal dialogar con la CNTE son los mismos que ayer le decían que dialogaba demasiado con ella, tiene razón.
Sin embargo, es innegable que el gobierno ha caído en contradicciones semejantes.
Por ejemplo, afirmar que no dialogaría con los maestros hasta que volvieran a clases.
O decirle a la Coordinadora que la ventanilla para presentar quejas no estaba en Bucareli sino en la Plaza de Santo Domingo, donde despacha el titular de la SEP, Aurelio Nuño.
Pues resulta que siempre sí: Gobernación ha vuelto a ser la instancia para atender a los profesores disidentes. Y, de hecho, ayer se reinició el diálogo con ellos luego de haberse suspendido hace un año.
Y eso que los integrantes de la CNTE continúan formalmente con el paro que iniciaron hace más de un mes, el Día del Maestro, y que ha dejado sin clases a centenares de miles de niños.
Menores, por cierto, de los que muy pocas personas se acuerdan en medio de este conflicto. Niños que están entre los más pobres del país y a los que, sin duda, les urge una educación integral.
El martes escribí aquí que era preferible que las partes en conflicto estuvieran dialogando que chocando violentamente, como sucedió el domingo pasado en la Mixteca y el Istmo de Tehuantepec.
Hoy lo sostengo: hasta los peores enemigos han dialogado en medio de guerras. ¿Por qué no habrían de hacerlo el gobierno federal y la CNTE?
El problema es sobre qué se dialoga. Ya ha dicho el gobierno federal que la Reforma Educativa no se negocia. Eso significaría que los profesores tendrán que ser evaluados. Todos. Y que día que falten a la escuela de manera injustificada se les descuente. A todos. Y que quienes acumulen tres faltas injustificadas en un mes serán despedidos. También válido para todos.
Si eso no sucede, quiere decir que la Reforma Educativa sí es objeto de negociación.
Los profesores de la CNTE han pretendido convencer al país que la Reforma Educativa viola sus derechos laborales. Suponiendo sin conceder que eso sea cierto, la Suprema Corte no coincidió con los maestros que recurrieron a ella: sus derechos laborales, dijo la Corte, no están por encima del derecho de los niños a recibir una educación. Es decir, ya no son válidos sus paros interminables.
El pasado 15 de mayo, los integrantes de la Coordinadora iniciaron un “paro nacional” de labores para demandar la derogación de la Reforma Educativa. Claro, luego de exigir su bono por el Día de Maestro.
La SEP advirtió que cada día no trabajado, como parte de ese paro, sería descontado. Y que quienes acumularan tres faltas en un mes serían despedidos.
La Secretaría de Educación Pública también dio a conocer que esto había comenzado a cumplirse. Y la CNTE incluyó en su “pliego petitorio” –además de la exigencia de la derogación de la Reforma Educativa y de recibir un aumento salarial de 100%– que se echaran atrás descuentos y despidos.
Entonces es válido suponer que la Coordinadora llegó a la mesa en Bucareli con esas mismas exigencias, además de la liberación de sus líderes, detenidos en días pasados por diversos delitos.
El martes, Aurelio Nuño declaró a los medios que el contenido de esta nueva negociación con la CNTE sería político, no educativo.
Yo no me imagino a la Coordinadora hablando de todo menos de sus exigencias, anotadas arriba. ¿Qué es hablar de política? ¿Hablarán sólo de los hechos del domingo en Nochixtlán, donde ellos o simpatizantes suyos o gente radical, que ya los rebasó, dispararon sobre policías estatales y federales que fueron a retirar el tapón en la carretera, acción que, todo indica, fue respondida por éstos?
Me pregunto si la CNTE estará dispuesta a regresar a clases y suspender sus actos de protesta –que han causado pérdidas millonarias en Oaxaca y Chiapas– a cambio de nada.
Porque si es a cambio de que el gobierno se haga de la vista gorda y no aplique estrictamente la Reforma Educativa en Oaxaca y otros estados –creando así una franja de excepción–, lo que está ocurriendo en Bucareli no es diálogo, sino otra cosa.
