A un mes de las controvertidas elecciones presidenciales en Venezuela, en una sesión extraordinaria de la Organización de los Estados Americanos (OEA) celebrada ayer, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) denunció la “intensificación de la represión violenta, detenciones arbitrarias y persecución política en Venezuela”. A pesar de la gravedad de las acusaciones, los países mediadores en la crisis —Brasil, Colombia y México— se mantuvieron en silencio durante la sesión.

Roberta Clarke, presidenta de la CIDH, describió un sombrío panorama que recuerda las protestas de 2014 y 2017, con un patrón persistente de violaciones a los derechos humanos. Según Clarke, “el uso arbitrario de la fuerza por parte del Estado” resultó en la muerte de al menos 23 personas, entre ellas diez que son atribuidas directamente a las fuerzas del Estado, incluyendo militares y policías. Además, se señaló la responsabilidad de los colectivos, grupos armados prochavistas “que actúan con el consentimiento del gobierno”.

La comisión documentó más de mil 600 detenciones desde finales de julio, con un enfoque particular en voluntarios electorales y personas percibidas como opositoras al régimen, entre ellas periodistas, defensores de derechos humanos y estudiantes universitarios. Clarke también alertó sobre la cancelación ilegal de pasaportes y la censura mediática, calificando estas acciones como parte de una estrategia gubernamental de “divide y vencerás” para sembrar el temor e intimidación.

Paralelamente, la oposición venezolana continúa en pie de lucha. Ayer, cientos de manifestantes opositores tomaron las calles de Caracas, encabezados por María Corina Machado. “Esta protesta es indetenible”, aseguró Machado, insistiendo en que el respeto a la voluntad popular expresada en las urnas “es innegociable”.

El chavismo respondió movilizando a sus bases, culminando en un discurso de Maduro en el palacio de Miraflores, donde celebró su reelección en medio de las crecientes acusaciones de manipulación electoral. A pesar de la presión internacional y las constantes manifestaciones, el régimen mostró poco interés en ceder terreno. 

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