Llegó el día, los dos aspirantes a la Casa Blanca protagonizarán uno de los momentos más esperados de la contienda presidencial: un debate televisado en Filadelfia, en el estado clave de Pensilvania. Ambos candidatos, que representan visiones opuestas, se verán las caras por primera vez en un escenario que podría marcar el rumbo de las elecciones de noviembre.

Por un lado, Donald Trump, quien acumula una vasta experiencia en este tipo de enfrentamientos, se presenta como el veterano en la arena política. No es ajeno a generar polémicas, como lo demostró en debates anteriores, incluidos los de su campaña de 2016, donde lanzó su ya célebre comentario hacia Hillary Clinton, sugiriendo que debería estar “en la cárcel”. Para el expresidente republicano, la estrategia es clara: desestabilizar a su oponente con comentarios improvisados y punzantes. Sin embargo, su desafío esta vez es distinto.

Kamala Harris, por su parte, busca consolidar su figura en la campaña tras la retirada de Joe Biden. Su capacidad para enfrentar la presión quedó demostrada en momentos clave, como en 2019, cuando criticó a Biden durante un debate demócrata por su postura ante la segregación escolar, logrando capturar la atención mediática. La candidata deberá equilibrar su firmeza, característica de su carrera judicial, con la habilidad de evitar caer en los ataques verbales del magnate inmobiliario.

El escenario de este debate es crucial para ambos. Mientras el empresario neoyorquino intenta recapturar la narrativa de una campaña que es impredecible, la exsenadora de California busca definir su identidad ante el electorado que aún no la conoce en profundidad. Los sondeos indican una contienda cerrada, con cada voto decisivo en los estados bisagra. En este contexto, cualquier error o acierto en el debate podría tener repercusiones directas en las urnas.

Aunque algunos analistas señalan que los debates rara vez cambian drásticamente las elecciones, este encuentro es visto como una oportunidad para que la demócrata refuerce su figura y contraste su estilo con el del empresario neoyorquino, quien busca aprovechar su notoriedad pública. Con micrófonos cronometrados y sin público presente, ambos candidatos tendrán la oportunidad de exponer sus posturas sin interrupciones, en un debate que, aunque breve, podría ser uno de los pocos encuentros directos antes de noviembre.

Las expectativas son altas, y ambos equipos plantearon sus estrategias. La sucesora de Biden en la carrera presidencial, atrincherada desde días previos, dedicó tiempo a preparar su intervención, mientras que el líder republicano, fiel a su estilo más espontáneo, aumentó su presencia en actos públicos. El duelo, retransmitido en horario estelar por ABC, será observado no solo por millones de estadounidenses, sino también por el mundo, atento a cómo se perfila la elección presidencial en una nación profundamente dividida.

Este primer (y tal vez único) debate entre Harris y Trump será, sin duda, un punto álgido en una campaña marcada por giros inesperados y tensiones latentes. ¿Podrá la candidata demócrata superar las trampas retóricas del expresidente, o este logrará capitalizar su experiencia en debates para desacreditarla? Las respuestas comenzarán a develarse esta noche.

*Maduro pide “leyes antifascistas severas” para que Venezuela se “cure en salud”*

CON INFORMACIÓN DE AFP

El presidente venezolano Nicolás Maduro, en el foco internacional tras cuestionados comicios, afirmó que en el país deben aprobarse leyes “duras” contra “el fascismo”, término que el chavismo suele usar para referirse a sus adversarios políticos.

“Venezuela tiene que hacer leyes antifascistas severas, duras, porque aquí no puede proliferar el odio, la violencia, la división, la persecución a la gente por sus ideas, por su forma de pensar y de ser”, lanzó el mandatario proclamado para un tercer período de seis años entre denuncias de fraude.

“Nosotros estamos haciendo leyes para curarnos en salud”, dijo Maduro, que acusa a la líder opositora María Corina Machado, en la clandestinidad, y a su rival en las elecciones del 28 de julio, Edmundo González Urrutia, exiliado en España, de alentar manifestaciones poselectorales que dejaron 27 muertos, unos 200 heridos y dos mil 400 detenidos.

Se refirió además a la celebración, los días 10 y 11 de septiembre, del “primer Congreso Mundial Antifascista” al que asistirán 300 invitados de varios países.

“Vienen grandes comunicadores, intelectuales, grandes líderes del mundo antifascista”, adelantó Maduro.

El pasado 15 de agosto el Parlamento, controlado por el chavismo, aprobó la “Ley de Fiscalización, Regularización, Actuación y Financiamiento de las Organizaciones No Gubernamentales y Organizaciones Sociales Sin Fines de Lucro”, la primera de un paquete solicitado por Maduro tras la crisis generada por su reelección.

La oposición reivindica la victoria de González Urrutia, quien arribó el domingo 8 de septiembre a Madrid en calidad de asilado político, luego de recibir un salvoconducto en el que Maduro asegura haber participado.

Está pendiente aprobar la “Ley contra el fascismo, neofascismo y expresiones similares”, que incluye la ilegalización de partidos y multas de hasta 100 mil dólares para empresas, organizaciones o medios que financien actividades o difundan información que “inciten al fascismo”. Su discusión ha sido pospuesta en varias oportunidades.

El paquete de leyes también plantea la regulación de las redes sociales consideradas por el oficialismo una vía para alentar insurrecciones. Desde el 8 de agosto la plataforma X fue restringida en Venezuela.

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