A partir de este lunes faltarán exactamente siete días para que Andrés Manuel López Obrador deje de ser el presidente de México. Luego entonces, vale la pena cuestionarse ¿cuál será el futuro de AMLO?, ¿desaparecerá realmente de la escena mediática?, ¿seguirá deslizando grandes ideas a Claudia Sheinbaum que serán realmente órdenes?, ¿será el Pepe grillo del nuevo Gobierno Federal?
Para muchos el fundador del Movimiento de Regeneración Nacional, será el poder detrás del trono, o a un lado, todo depende del enfoque. Para los nostálgicos, López Obrador se retirará en Chiapas, escribirá sus memorias desde una mecedora, cuidará de su rancho y de sus animales. Algo muy parecido a un José Mujica, pero a la mexicana.
Durante décadas Andrés Manuel “luchó” contra el régimen para lograr la Presidencia de México. Soportó la derrota nacional dos veces, embates mediáticos y políticos hasta convertirse en la voz de un pueblo maltratado, decepcionado y harto de los mismos políticos de siempre. Ahora, la lucha de López Obrador no es contra una institución política, ni contra una doctrina, ni mucho menos contra el sistema; la nueva lucha del tabaqueño será ni más ni menos que contra el retiro, sí, su retiro.
El presidente más querido (eso dicen las encuestas), el más aceptado, el más polémico de la historia, tendrá que aceptar que su tiempo en la política terminó. Imposible verlo competir nuevamente por un puesto de elección popular, sería ridículo verlo en algunos años como plurinominal y sería vergonzoso volver a verlo como opositor a un sistema que el creó a través de muchas reformas. La historia del mundo nos ha enseñado que aquellos que ostentan el poder, siempre se resisten a dejarlo. De una u otra forma los poderosos siempre buscarán la forma de continuar siendo poderosos. Distintos analistas indican que al menos durante el primer año del Gobierno de Claudia Sheinbaum, Andrés Manuel López Obrador seguirá siendo el protagonista en la esfera mediática y periodística. ¿Alguien lo duda? ¿Será que su salud, entusiasmo y vigorosidad le permita llegar al ocaso de su carrera política como Doña Ifigenia Martínez con sus gloriosos 94 años? Ya veremos.
La figura del presidente de México puede ser nociva para el gobierno, aun cuando ésta no sea visible. La presidenta de México deberá construir su propia narrativa y conversación. Dejar atrás los lugares comunes y evitar repetir las frases de su antecesor. La historia no ha enseñado que ningún poderoso ha podido con el tiempo ni mucho menos con el destino. Andrés Manuel ya está en la historia política mexicana, para algunos será el héroe, para otros el villano, pero el único que nos dará la razón es el tiempo.