Fernanda apostó su sueldo en un sitio de apuestas en línea en Brasil. “Lo he perdido todo, he vendido mi televisor, mi lavadora, todo lo que tenía en casa”, lamenta esta limpiadora de 34 años.

Residente en Rio de Janeiro, Fernanda, cuyo nombre ha sido cambiado para garantizar su anonimato, está lejos de ser un caso aislado en el mayor país de América Latina.

Con carácter de urgencia, los poderes públicos buscan regular una actividad que funciona prácticamente sin ley ni orden desde 2018 y que el ministro de Hacienda, Fernando Haddad, tachó de “pandemia”. Las apuestas en línea “van a vaciar las neveras de los brasileños”, advirtió Joao Pedro Nascimento, presidente de la autoridad bursátil, la Comisión de Valores Mobiliarios.

Los llamados “bets” ofrecen apuestas sobre partidos y juegos como el Tigre de la Fortuna o el Aviador, al que solía jugar Fernanda. Hay unos 24 millones de adeptos en un país de 212 millones de habitantes, según el Banco Central.

Las plataformas patrocinan a la mayoría de los grandes clubes de fútbol e inundan el espacio público con anuncios protagonizados por estrellas, como el futbolista Vinicius Jr.

La prensa se ha dado un festín con supuestos escándalos de blanqueo de dinero en sitios ilegales.

Un reciente estudio del Banco Central cayó como una bomba. En agosto, 5 millones de beneficiarios de Bolsa Familia, la ayuda que el Estado paga a los más pobres, transfirieron 3000 millones de reales a sitios de apuestas. /AFP

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