A seis días de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, Kamala Harris instó a los estadounidenses a dejar atrás el capítulo de Donald Trump y optar por un “liderazgo pragmático”. Durante su mitin de cierre en Washington, en el simbólico lugar donde el expresidente habló antes de los disturbios del 6 de enero, la candidata demócrata dirigió un mensaje contundente contra su rival republicano, a quien calificó de “inestable” y “obsesionado con el poder”.
En un ambiente de tensa calma, la vicepresidenta afirmó que es momento de “abandonar el drama, el miedo y la división” y prometió ser una líder para todos, inclusive para quienes no comparten su visión. “No creo que quienes no están de acuerdo conmigo sean el enemigo”, afirmó, contrastando con el republicano, a quien acusó de “pretender utilizar las fuerzas armadas contra ciudadanos que piensan diferente”.
Con las encuestas que demuestran una carrera cerrada entre ambos candidatos, la demócrata apeló directamente a los votantes indecisos, al afirmar que, de ser elegida, su gobierno buscaría el bienestar colectivo y no el de “los donantes multimillonarios”.
El contraste de generaciones entre Harris y Trump también fue abordado. Con una diferencia de edad de 18 años, la demócrata destacó que la Unión Americana necesita un “nuevo liderazgo” y se declaró lista para ser “la próxima presidenta de Estados Unidos”.
El discurso fue el más reciente en su esfuerzo por convencer a la ciudadanía de que el expresidente representa un riesgo para la estabilidad de la nación. La vicepresidenta afirmó que el exmandatario sembró durante años una retórica divisiva y de temor.
En respuesta, desde Mar-a-Lago, el magnate calificó su mensaje de “odio” y desestimó sus propuestas como “engañosas”.
Con más de 50 millones de estadounidenses que ya emitieron su voto anticipadamente, los próximos días serán cruciales en la batalla por definir quién ocupará la Casa Blanca.
Insulto a Puerto Rico impacta campaña republicana
El mitin de Donald Trump en Nueva York se convirtió en un obstáculo para su campaña presidencial, tras incluir comentarios ofensivos de varios oradores que desataron varias críticas. Uno de los momentos más polémicos fue cuando el comediante Tony Hinchcliffe se refirió a Puerto Rico como una “isla flotante de basura”, comentario que fue señalado como un “ataque racista” hacia la comunidad puertorriqueña.
En un intento por contener la polémica, la campaña de Trump se distanció de los comentarios, al afirmar que “no representan los puntos de vista” del expresidente. Sin embargo, el líder conservador calificó el evento como un “festival del amor”, y su compañero de fórmula, J.D. Vance, minimizó la ofensa al señalar que los estadounidenses “deberían dejar de ofenderse por cada pequeña cosa”.
La vicepresidenta Kamala Harris y la representante Alexandria Ocasio-Cortez respondieron que este incidente reafirma la retórica divisiva del magnate neoyorquino. A su vez, figuras puertorriqueñas como Bad Bunny, Ricky Martin y Jennifer López instaron a votar por la candidata demócrata.