Diego Cardoso
Recuerdo que era el verano de 1988 cuando yo tenía la escasa edad de 10 años y mi papá junto con mi tío hablaban de la crisis mientras caminaban por la playa. Después de unos años, volví a escuchar hablar a los adultos de la crisis en la que estaba dejando al país el ex-presidente Miguel de la Madrid. Ya de adolescente, me tocó vivir en primera persona la crisis de 1994; vi en la T.V una serie de acontecimientos que sacudieron fuertemente al país como los asesinatos de Colosio, de Ruíz Massieu, y el del Cardenal Posadas. Y como cereza del pastel, por sí faltaba algo, el levantamiento armado del EZLN en Chiapas.
En el año 2000 llegó el Presidente Fox con relativa calma; pero el mundo entraba en conmoción con el atentado de las Torres Gemelas en Nueva York el 11 de Septiembre de 2011 y el comienzo de una nueva guerra.
Hoy, veinticuatro años despúes, vemos el conflicto en la Franja de Gaza, la Guerra en Ucrania, salimos hace relativamente poco de una pandemia y vemos el México más violento y más dividido despúes de la revolución de 1920. ¿Estaremos haciendo algo mal? ¿De verdad aprendemos las lecciones del pasado?
Desde entonces, la palabra que más he escuchado después de que cada político mesiánico deja la presidencia, es la palabra crisis.
Albert Einstein decía que la crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países:
“La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia”.Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. Hablar de crisis es promoverla; callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla”.
Proverbios 17:3-28
“El crisol pone a prueba la plata, el horno pone a prueba el oro, y el Señor pone a prueba los corazones.”
Todos nos hemos encontrado con momentos decisivos y cruciales a lo largo de nuestras vidas ¿No es así? Momentos que nos han exigido dar lo mejor de nosotros mismos haciendo de tripas corazón.
La historia cotidiana nos ha mostrado que la crisis actual y global es una crisis de carácter educativo, de carácter político, ético y social. La crisis de valores trastoca a las familias y pone en vilo su futuro y el de cada individuo que emana de su seno con dirección a la sociedad.,
¿Qué hacer?
- LA EDUCACIÓN: Paulo Freire decía que la educación no va a cambiar al mundo, va a cambiar a las personas que van a cambiar el mundo.
- FORMAR NUEVOS LÍDERES CON VALORES: Para ello, es necesario la formación y alineamiento de los diferentes liderazgos que participan dentro de las organizaciones, creando en ellos una nueva narrativa y un lenguaje fuerte y convincente que tenga las siguientes características:
- Qué hable de valores, qué conecte y emocione a todos, especialmente a los jóvenes.
- Qué una y amalgame comunidades.
- Que signifique una mejora continua en las organizaciones a su cargo, empezando por su propia familia.
- Que proporcione un nuevo código de lenguaje ético.
- Que tenga clara las profundas motivaciones y valores de México y del mundo.
- Que sea una retórica de conciliación que pare ésta confrontación entre mexicanos que nos destruye y menoscaba cada día.
- Que sea una retórica que proyecte la idea del gran mexicano dentro de cada uno de nosotros, del mexicano generoso.
- Que sea una retórica que ponga a las personas en el centro. Que los líderes entiendan que en el centro de su hablar y sobre todo de su actuar debe estar cada persona con sus necesidades, tristezas y frustraciones; con sus sueños, anhelos y necesidades.
- Comunicar es el arte de coordinar esfuerzos; y es el valor que tenemos al expresarnos de manera correcta y respetuosa de todos los que conformamos ésta comunidad.
- Entendamos el valor del liderazgo como un privilegio de servicio y no de mando; entendamos el liderazgo como el manejo inteligente de nuestras emociones, a través de la escucha atenta y paciente, así como la generación de conversaciones inteligentes y productivas con el fin de plantear estrategias, solucionar conflictos y mantener relaciones saludables con todos y con el medio ambiente.
LAS PERSONAS FUIMOS CREADAS PARA SER AMADAS Y LAS COSAS PARA SER USADAS. LA CRISIS DE MÉXICO Y EL MUNDO ES QUE CADA VEZ AMAMOS MÁS LAS COSAS Y UTILIZAMOS MÁS A LAS PERSONAS.