Vladimir Putin firmó una doctrina que reduce el umbral para el uso de armas de destrucción masiva. Presentada como una medida defensiva, la modificación permite a Rusia recurrir a su arsenal atómico en caso de ser atacada por países que no cuentan con tales armamentos, pero que están respaldados por potencias que los poseen. Esta medida constituye una advertencia a Estados Unidos.
La doctrina actualizada amplía el alcance de la disuasión nuclear de Rusia, lo que marca un giro en su política de seguridad. Según el Kremlin, este ajuste era necesario para reflejar las “nuevas realidades geopolíticas“. Ahora, cualquier ataque contra Rusia o Bielorrusia, aunque no sea nuclear, podría ser considerado motivo para una respuesta nuclear si compromete la soberanía de estos países.
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La medida fue anunciada en un contexto de creciente tensión, al cumplirse mil días desde la invasión rusa a Ucrania. En este marco, Ucrania llevó a cabo su primer ataque en territorio ruso con misiles ATACMS, suministrados por Washington. Moscú acusó a Kiev de haber lanzado seis de estos misiles contra la región de Briansk. Aunque cinco fueron interceptados, uno alcanzó una instalación militar.
El uso de misiles ATACMS por parte de Ucrania, con el aval de Estados Unidos, representa un cambio significativo en la dinámica del conflicto. Aunque Kiev atacó previamente dentro de Rusia, este es el primer caso documentado que involucra armas occidentales de largo alcance.
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La comunidad internacional observa con preocupación. Washington, que inicialmente se resistía a proporcionar a Ucrania armas de largo alcance, suavizó su postura tras informes sobre la participación de tropas norcoreanas en el conflicto. Este giro fue interpretado como una respuesta a las crecientes alianzas de Rusia con regímenes autoritarios.
Entretanto, el Kremlin insiste en que el uso de armas nucleares continúa como “último recurso”, aunque las recientes actualizaciones indican una mayor flexibilidad en su aplicación. La administración Biden, por su parte, enfrenta un delicado equilibrio entre apoyar a Ucrania y evitar un conflicto directo con Rusia.
Putin utilizó con frecuencia la amenaza nuclear como herramienta de disuasión. Sin embargo, la nueva doctrina marca un punto de inflexión, al reducir las barreras para una posible escalada nuclear. Esto aumenta la incertidumbre en un conflicto ya altamente volátil y plantea serias preguntas sobre el futuro de la seguridad global.
Mientras tanto, los aliados de Ucrania, incluidos países de la OTAN, evalúan cómo responder a este nuevo entorno estratégico.
UN NUEVO CAPÍTULO EN LA GUERRA
Ucrania lanzó este martes seis misiles balísticos de largo alcance ATACMS contra objetivos en la región rusa de Bryansk, según el Ministerio de Defensa de Rusia. Estos misiles, fabricados por Lockheed Martin, tienen un alcance de hasta 300 kilómetros y pueden portar hasta 170 kilogramos de explosivos. Aunque no se reportaron víctimas, el ataque marca una nueva escalada en el conflicto.