¡En México lamentablemente se hace el mal demasiado bien y el bien demasiado mal!
Así lo podemos ver en la delincuencia organizada que va tomando los espacios de la vida pública y de la vida privada; lo podemos ver cuando centenares de adolescentes y jóvenes se forman en sus filas con el único afán de pertenecer y de vencer el hambre; lo podemos ver en en el nepotismo y la corrupción gubernamental que no respeta ni a los gobiernos de antes y mucho menos a los de ahora. Es grosera y ofensiva la corrupción que como cáncer se convierte en el “modus vivendi” y el “modus operandi” de la mayoría de los mexicanos, desde el alumno que hace trampa en el examen, el policía corrupto, hasta el alcalde de tu ciudad y el gobernador de tu Estado. Llegan a presumir en declaraciones públicas que tienen la cola muy chiquita y que roban poquito. (El alcalde Layin de Nayarit, y recientemente el Diputado Pedro Haces)
Hace unos ayeres me encontraba en el edificio de posgrado de la Universidad Anáhuac de México para comenzar una maestría, ya que me había ganado un porcentaje considerable de beca. Pensando yo que la Maestría en Ciencias Políticas y Administración Púbica era una buena herramienta para transformar México llegué a mi cita puntual con el coordinador de la misma. Pero es de humanos errar y se ve que se le fue el santo al cielo y me dejó plantado. Mientras esperaba, entró el Dr. Roberto Delgado, que era el Director de la Maestría de Responsabilidad Social Empresarial y me invitó a conocer su programa mientras llegaba el que nunca llegó. Me pasó a su oficina y repasando los folletos me soltó una de esas frases que calan: ¡Aquí intentamos profesionalizar el bien!
El cuento se cuenta solo y estudié los siguientes dos años la maestría de responsabilidad social, entendiendo una sola cosa: Lo que tenemos que cambiar no son los principios solidarios sino las estructuras sociales, haciendo de la sostenibilidad algo habitual, y por que no hasta rentable.
He visto a decenas de organizaciones no lucrativas y empresas fracasar a menudo en esto de hacer el bien, porque el lenguaje asistencial y lastimero que utilizan genera recipientes y no fuentes. Me explico: Los programas sociales, por ejemplo, están matemáticamente comprobados que no sacan a nadie de la pobreza, ni generan movilidad social. Subsanan situaciones temporales. Ni me meto en la intención electorera de los mismos.
Por eso siempre he dicho que HAY QUE HACER LO CORRECTO CORRECTAMENTE.
¿Pero qué significa hacer lo correcto correctamente?
Hacer lo correcto, en términos generales, es conducirse con ética, entendiendo a la misma no de una manera dérmica y superficial. La ética es una reflexión profunda, filosófica y jurídica de nuestro comportamiento moral, analizando los hechos y separándolos de las personas.
Sin ética vamos al garete, a la deriva. La descomposición del tejido social es evidente y nos lleva, como nos llevaron los tripulantes del Titanic, encabezados por su Capitán Smith, al hundimiento social provocando mucho daño en las personas y las familias mexicanas..
Hacer lo correcto es alinear los valores como el mapa conductual de tu vida, de tu empresa y de tu familia a los principios y a los derechos humanos, reconociéndonos como iguales en dignidad.
Hacerlo correctamente es el liderazgo, es la eficacia y la eficiencia con la que haces lo correcto. Es decir, no bastan las buenas intenciones, no bastan los buenos deseos para contrarrestar ésta ola de violencia, de desigualdad y de injusticia que lacera a México y es promovida por discursos de odio y de división. De buenas intenciones está empedrado el camino de la mediocridad.
Hacer lo correcto correctamente es buscar liderazgos que unan y no dividan, que sirvan, no que se sirvan de su poder o influencia. Hacer lo correcto correctamente es implementar estrategias de Responsabilidad Social a través de políticas gubernamentales y empresariales que mitiguen y compensan nuestra huella socio-ambiental.
Uno no habla de valores y de hacer lo correcto por ser, o por considerarse mejor que los demás. Uno habla de valores porque la jerarquía tergiversada de los mismos tienen al mundo de cabeza.
Antes las cosas no estaban bien, pero se reconocía a los iguales.
La crisis de valores y de liderazgo pasa a veces por cosas tan sencillas como el ser puntual, el respetar el tiempo de los demás, por decir lo que uno considera verdad de la manera correcta aunque no sea lo más popular.
No importa si te eligieron para ser la mamá de tarzan la mona o la selva. No te marees!
Porque liderazgo no es posición porque yo o soy pianista por tener un piano; liderazgo es un don al servicio de los demás y pasa por ser una buena persona que lucha no solo por hacer lo correcto, sino por hacer lo correcto correctamente.
PORQUE PARA CONSTRUIR GRANDES ORGANIZACIONES, PRIMERO HAY QUE CONSTRUIR GRANDES PERSONAS.
Y ÉSTO PASA NECESARIAMENTE POR LA CAPTACIÓN, FORMACIÓN Y PROYECCIÓN DE LÍDERES CON VALORES Y PRINCIPIOS CLAROS.