La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

Los dos personajes más patéticos de la campaña de Blanca Alcalá ––los que llamaron a la Resistencia Civil y empujaron sin éxito a la ex candidata a una fallida huelga de hambre–– han vuelto por la puerta trasera.

De entrada, algo queda claro: no saben que perdieron el 5 de junio.

Y más: creen que siguen en campaña.

Eso quisieran.

Sobre todo Víctor Manuel Giorgana, quien se embolsó dos y medio millones de pesos ––hay quienes juran que fueron tres–– luego de que los amantes de lo ajeno ––otros priistas, pero encapuchados y armados–– asaltaron a su gente dos días antes de las elecciones.

Este domingo, con la depresión pegada al rostro, reaparecieron para repetir esos lugares comunes por los que su candidata fue echada al caño del olvido por los electores poblanos.

Sus balbuceos sonaron a eso: a balbuceos: margaritas para los cerdos en un momento en el que su partido vive una crisis mayor a la del año 2000.

Este domingo dijeron que la corrupción que hubo en la campaña de Alcalá no era tema.

(Giorgana es lento de palabras, pero no tonto).

Que el Porsche rojo que el administrativo del PRI poblano estrenó después de la elección tampoco era tema.

Que la salvaje corrupción de Javier Duarte ––cuya cabeza piden en el CEN del PRI–– no estaba en su agenda de prioridades.

En fin: que los asuntos que merecen ser aclarados no están en su radar ni en su cerebelo.

(Cada día es más claro que sus movimientos son erráticos y carecen de coordinación).

Lo que ellos querían decir en su rueda de prensa era que en Puebla se violaban los derechos humanos.

Ah.

Ya.

Hubieran empezado por ahí.

Ellos, los hijos del marinismo en su etapa superior, se quejan de algo que Mario Marín hizo sistemáticamente en su gobierno: violar los derechos humanos de casi todo mundo.

Lydia Cacho fue la parte más emblemática, pero no la única.

¿Dónde estaban Giorgana, Armenta y Xitlaic Ceja cuando Marín le daba sus coscorrones “a esa pinche vieja”?

El primero cobraba sin trabajar en Carreteras de Cuota.

El segundo defendía los derechos de las mujeres como director del DIF estatal.

Y Xitlalic soñaba con ser un día diputada federal.

Ninguno de los tres alzó la voz, aunque en corto ––sobre todo Giorgana–– se escandalizaban.

“Ya ves cómo es el patrón”, decían con descaro.

Hoy, de pronto, pusieron a funcionar su hemisferio izquierdo y recordaron que existe algo llamado derechos humanos, aunque como jefe el propio Alejandro Armenta haya humillado más de una vez a sus subalternos entre gritos de “¡pendejo!” y “¡pendeja!”.

(Son muy conocidas las anécdotas de quienes fueron sus víctimas, algunas llorosas, a su paso por la administración pública).

Hagamos un ejercicio de política ficción e imaginemos a Giorgana & Armenta como coordinadores de la transición gubernamental ante una eventual victoria en las urnas de Blanca Alcalá el 5 de junio.

Imaginemos que la conferencia de prensa de este domingo era para anunciar que se iniciaba dicha transición y que ellos eran los encargados de coordinarla.

Imaginemos que sus gestos eran los gestos de los triunfadores y no los gestos de los derrotados que andan cargando desde el 5-J.

Imaginemos que ellos ya se imaginaban en la Secretaría General de Gobierno ––Giorgana–– y en la Secretaría de Finanzas –Armenta.

Imaginemos que la rueda de prensa era también para dar a conocer a los demás integrantes del equipo de transición.

Ufff.

Pero no.

La realidad es dura y es la realidad.

Ahí están sus rostros para confirmarlo.

 

Blanca Alcalá: el Largo Regreso al Senado. La candidata derrotada ya quiere volver a su escaño, pero los tiempos no se lo permiten.

Y es que el Senado de la República está de vacaciones.

O en receso.

Sólo que hubiera un periodo ordinario de sesiones sus compañeros recibirían la solicitud de vuelta, pero ésta tendría que procesarse.

Malas noticias.

Todo indica que la senadora Alcalá ––que sigue teniendo licencia–– no estará cuando se inicie el Primer Periodo Ordinario de Sesiones del Quinto Año de esta Legislatura: ese momento dorado en que senadores y diputados conviven como pares en San Lázaro en espera de recibir por escrito el Cuarto Informe del presidente Peña Nieto.

Si los tiempos se cumplen, será hasta después de ese primero de septiembre cuando la gran derrotada de 2016 en Puebla pueda hacer a un lado a Carmenchu Izaguirre y volver a sentarse en el escaño del que era mejor no haberse separado.

Son los tiempos de la política mexicana.

Son los caminos sin pavimentar de los grandes derrotados.

Eso sí, cuando uno de sus pares le pregunte sobre su traumática experiencia poblana ya sabremos qué responderá: “No perdí yo, perdieron los poblanos”.

Que Evita Perón la redima.

 

Un Punto. Técnicamente esta columna está en receso vacacional, pero el quintacolumnista no pudo evitar las ganas de escribir sobre estos temas en momentos tan dramáticos como los que vive la nación priista.

El hipócrita lector sea generoso.

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