A seis días del ataque de Israel a Irán, el presidente Donald Trump mantiene ambigüedad sobre una posible intervención militar de Estados Unidos. “Puede que lo haga, puede que no”, declaró.

Trump aseguró que habla a diario con el primer ministro Benjamin Netanyahu, a quien pidió “seguir adelante”, y exigió a Irán la “rendición incondicional”, alegando que Teherán está a semanas de tener una bomba nuclear.

Por su parte, el líder supremo iraní, Ali Jamenei, afirmó que su nación no se rendirá y advirtió a Estados Unidos que cualquier agresión provocará “daños irreparables”.

Irán ya lanzó misiles contra Israel y denunció daños a instalaciones nucleares, muertes civiles y afectaciones en suministros de alimentos y combustible por los ataques israelíes.

Según el analista Agustín H. Berea, el conflicto responde a intereses internos de Netanyahu, quien enfrenta escándalos y busca sostener su poder mediante el conflicto armado.

Washington se mantiene en cautela. Trump ha aprobado planes de ataque, aunque siguen en pausa. Su estrategia: esperar que Irán frene su programa nuclear antes de actuar.

Un funcionario estadounidense declaró que “todas las opciones están sobre la mesa”, pero Trump evita comprometerse ante la presión electoral interna por evitar más guerras.

Berea considera que el verdadero interés israelí es mantener el apoyo militar y financiero de Estados Unidos, estimado entre 3 y 16 mil millones de dólares anuales.

Hasta ahora, solo se han enviado dos destructores estadounidenses a la región, lo que expertos interpretan como una señal de contención.

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