En comunidades latinas de California, crece el temor por las detenciones arbitrarias del ICE, que han derivado en denuncias por perfilamiento racial y uso excesivo de la fuerza.

Desde junio, los operativos se intensificaron en zonas como Los Ángeles. Aunque ICE asegura que sus acciones van dirigidas a personas con antecedentes penales, múltiples reportes contradicen esa narrativa.

Organizaciones civiles han documentado casos de ciudadanos estadounidenses detenidos sin motivo aparente, como Adrian Martínez y Arturo Hermosillo, quienes sufrieron lesiones al ser arrestados.

Ambos fueron detenidos de forma violenta: uno por defender a un compañero de trabajo y otro por grabar un arresto. Ninguno tenía historial delictivo ni opuso resistencia.

Videos difundidos en redes sociales muestran a agentes usando gas lacrimógeno, armas no letales y tácticas de inmovilización prolongada, incluso en espacios públicos concurridos.

Abogados expertos advierten que estas prácticas vulneran derechos constitucionales, mientras ICE se niega a publicar cifras sobre detenciones erróneas o el uso de la fuerza.

Organizaciones como CHIRLA y MALDEF han iniciado acciones legales colectivas, alegando que los operativos se asemejan a “secuestros públicos” y violan el debido proceso.

Autoridades federales, por su parte, niegan cualquier sesgo racial y aseguran que las detenciones son legales y específicas, aunque no han ofrecido transparencia sobre los criterios aplicados.

El caso ha generado alarma entre familias latinas, donde incluso tener ciudadanía estadounidense ya no garantiza protección frente a detenciones arbitrarias por parte del ICE.

Este escenario refleja una contradicción dolorosa en Estados Unidos: mientras se proclama defensor de libertades, la identidad latina puede bastar para despertar sospechas.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *