Hace 31 años, doña Epifanía sintió por primera vez el calor del asfalto bajo sus huaraches y el peso de la tradición culinaria sobre su espalda, al participar en la Carrera de la Tortilla de Santa María Coapan.

“Me acuerdo que iniciaba la carrera y yo estuve ahí. Corríamos de Coapan a Tehuacán y ahí andaba yo con mi mamá”, rememora con una sonrisa pícara doña Epi, como le dicen sus comadres.

Hoy, con algunas arrugas en el rostro y un gran brillo en los ojos, doña Epi cuenta que ha participado en todas las ediciones, aunque ahora sus nietos son quienes la animan, son su porra oficial.

“Solo cuando nos llegó la enfermedad que nos frenó, la que casi me lleva (covid-19), no participé. Pero en cuanto me mejoré, volvimos a la ruta… y de aquí, hasta que Dios me lo permita”, comenta en charla con 24 Horas.

En la Capital de la Tortilla, el trabajo comienza con la siembra del maíz, sigue con la cosecha, la limpia y el desgranado. Luego, se prepara el grano para nixtamalizarlo y llevarlo a moler; así comienza el arte de “tortillar” a mano, una herencia que se transmite de generación en generación.

Este domingo, más de 600 mujeres —desde niñas hasta adultas mayores— todas oriundas de Santa María Coapan, recibieron su medalla, símbolo de identidad y constancia, que las acredita como herederas vivas de esta gran tradición que ha alimentado a decenas de generaciones.


CON SABOR A TRADICIÓN

Desde 1994, en Santa María Coapan se celebra la tradicional Carrera de la Tortilla, una competencia nacida para rendir homenaje a la actividad más importante de esta comunidad: hacer tortillas, oficio que sostiene a cientos de familias conformadas por la estructura matriarcal.

La Carrera de la Tortilla no es solo un trayecto de seis kilómetros; es un ritual que inicia pidiendo permiso a la Madre Tierra para tomar el fruto del maíz y convertirlo en alimento sagrado. Con ese gesto, se da paso a una fiesta de resistencia, fuerza y orgullo comunitario.

Las participantes, ataviadas con enaguas, blusas bordadas y mandiles, cargaron el tenate sobre la espalda, amarrado a la cabeza con rebozo. Así corrieron, manteniendo el equilibrio, ideando su propia técnica y, sobre todo, poniendo el corazón.

Las categorías, divididas por edades y pesos, mostraron la diversidad y fortaleza de quienes participaron: desde las veteranas (más de 60 años) que cargaron tres kilos, hasta la categoría máster (40 a 59 años) con seis kilos sobre la cabeza, sin olvidar a las juveniles (19 a 39 años), las libres (10 a 18) y las niñas (siete a 12), que a paso corto y con mirada decidida siguen los pasos de sus mayores.

Y como aliciente, los organizadores otorgaron premios de cinco mil pesos, para el primer lugar; cuatro mil, para el segundo y tres mil para el tercero, en el caso de las niñas, se les dio una caja con regalos.


POLÉMICA PREMIACIÓN

No cualquiera puede competir en esta carrera. La inscripción está reservada exclusivamente para tortilleras y mujeres que elaboran y venden comida a base de maíz, como memelas, quesadillas y otros antojitos tradicionales.

Sin embargo, en esta edición surgió una inconformidad: las ganadoras de los primeros lugares en las categorías Veteranas y Máster eran atletas ajenas a la tradición, lo que provocó molestia y abucheos entre las asistentes.

Las mujeres de Coapan exigieron al edil auxiliar, Miguel Ángel Flores Albino, que en futuras ediciones se cuide la esencia del evento y se respete su origen.

“El próximo año cuidaremos este detalle, seremos estrictos y dejaremos solo a quienes hagan tortillas, porque esta es su carrera y su reconocimiento”, aseguró el edil auxiliar de Santa María Coapan.

A pesar de este inconveniente, Santa María Coapan dejó en claro que no corre por deporte, corre por herencia.

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