El exgobernador se habría servido de los distritos de la diputada para meter su cuchara en la campaña de Alcalá a la minigubernatura

 

Por Mario Galeana

La operación electoral que el ex gobernador Mario Marín Torres realizó a favor de la fallida campaña de Blanca Alcalá Ruiz no podría entenderse sin un personaje clave.

¿Su nombre? Xitlalic Ceja García.

Conflictiva, con desdén hacia la militancia priista de base, con sospechas por el uso de dinero de procedencia desconocida y una operadora electoral ineficiente, son algunas de las características que se desprenden de una serie de reportes del PRI enviados de manera anónima a esta casa editorial y puesto a consideración del lector, retrata sobre Ceja García.

Se trata de una bitácora del periodo diciembre 2015-abril 2016 sobre el plan de trabajo de la campaña, y los priistas que se vieron involucrados en ella, como Édgar Chumacero, Alejandro Armenta, Xitlalic Ceja, Rogelio Cerda, Pablo Fernández del Campo, entre otros.

Desde febrero pasado, según los reportes, el ex mandatario estatal quiso tomar las riendas de la campaña de Alcalá Ruiz.

Marín Torres vio en los distritos más priistas de la capital, el X y el XI, un nicho de oportunidad para negociar su apoyo a cambio de posiciones clave en la campaña.

Así llegó la diputada federal

foto5Xitlalic Ceja García a la operación territorial de ambos distritos, que, a la postre, resultaría totalmente fallida. La zona aportaría una diferencia entre el gobernador electo José Antonio Gali Fayad y la alicaída senadora priista de, ni más ni menos, 28 mil 547 votos. Un abismo.

En febrero pasado, según los documentos en poder de 24 HORAS PUEBLA, Blanca Alcalá Ruiz buscó recorrer las juntas auxiliares de San Pablo Xochimehuacan, San Miguel Canoa, Azumiatla y la Unidad Habitacional La Margarita.

Canoa ha sido, históricamente, un bastión de votos para el PRI. Pero la coyuntura no favorecía a la senadora priista y, ante el conflicto por el retiro del Registro Civil, los pobladores no querían ver una sola cara referente a la política.

A excepción, claro, de Xitlalic Ceja García: su diputada federal. Casi un año antes, el ex gobernador Marín Torres había coordinado personalmente la campaña de la legisladora, quien es esposa del delegado del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PRI en Campeche, Lázaro Jiménez Aquino.

La empoderó, primero, como una lideresa priista en la zona; después, llevó su nombre a la boleta electoral y, más tarde, a miles de votantes para cruzar en el papel aquel nombre.

Para febrero de este año, cuando Alcalá Ruiz buscaba ingresar a la junta auxiliar, el nombre de Ceja García ya era conocido en la zona.

El olvido hacia los militantes de a pie, el dinero negro y la ineficiencia han acompañado a Ceja en sus operaciones electorales ARCHIVO AGENCIA ES IMAGEN
El olvido hacia los militantes de a pie, el dinero negro y la ineficiencia han acompañado a Ceja en sus operaciones electorales
ARCHIVO AGENCIA ES IMAGEN

CONFLICTOS DE CAMPAÑA

En marzo, un mes antes del arranque formal de campañas electorales, Ceja García fue incorporada de manera oficial a los trabajos territoriales que el PRI articuló como antesala de la contienda en las urnas.

Como estrategia de posicionamiento, la legisladora federal repartió focos ahorradores en las colonias y juntas auxiliares con mayor rezago al noreste y centro de la capital, sin haber consultado al ex coordinador general de la campaña, Alejandro Armenta Mier.

En ese mes, Ceja García se vio involucrada en un conflicto con Christian Guzmán, esposa del ex delegado de la Sagarpa en Puebla, Alberto Jiménez Merino.

Los reportes enviados refieren que la diputada federal desconfiaba de Guzmán, pues ésta solicitó acceso a los listados de operadores que el PRI apostaría para el acarreo de simpatizantes.

Por otra parte, Ceja García y el diputado local Pablo Fernández del Campo fueron comisionados para realizar un análisis seccional que incluyera el eje discursivo y las promesas que se lanzarían en cada una de las casi 117 colonias y juntas auxiliares que agrupan los distritos X y XI de la capital.

Pero el nulo apoyo que la diputada priista dispuso para la realización del análisis, en el que tampoco se incluyó al coordinador general de campaña, provocó la molestia de Fernández del Campo.

En abril, según el informe anónimo, la legisladora tuvo un desencuentro más, ahora con la ex diputada federal Blanca Estela Jiménez Hernández, con quien compartía la operación territorial en el distrito local X.

Ceja García poseía, incluso, una base de datos engarzada a internet donde se registraban la información de cada simpatizante priista de la zona; sin embargo, impidió su acceso a Jiménez Hernández, quien amagó con abandonar la campaña priista hasta que intervino el delegado del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), Rogelio Cerda Pérez.

Así, ambas firmaron una tregua y, según el documento, estimaban acaparar al menos 3 mil votos en 60 secciones del distrito X.

Pero, para entonces, la personalidad conflictiva de Ceja García ya había sido puesta en evidencia.

 

LA INTERVENCIÓN DE MARÍN

Mientras tanto, Marín Torres ganaba terreno. A finales de marzo, durante la Feria de la Gordita celebrada en La Resurrección, el ex mandatario aprovechó para reunirse, siempre en privado, con sus simpatizantes. Entre ellos se encontraban, incluso, “elementos de seguridad pública”, indica el documento.

En abril, Ceja García instauró como representante del PRI en aquella junta auxiliar a Abraham Pérez Santabárbara, bajo consejo del exgobernador.

La diputada federal y Marín Torres acordaron el acondicionamiento de las instalaciones del Registro Civil de la junta auxiliar. El ex mandatario ordenó la compra de muebles para que éstos fueran acomodados en un pequeño salón, ubicado junto a la presidencia auxiliar.

El 11 de abril, Marín Torres y su círculo de operadores más cercanos acudieron a una reunión con el entonces presidente nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones.

Al ex mandatario le importaban una sola cosa: dejar claro que su brazo operador aún era necesario para la dirigencia nacional del tricolor y que sus colaboradores, como Erasmo El Rey de la Tortilla Ponce, lo eran también.

 

LA OPERACIÓN FALLIDA

El 23 de mayo Blanca Alcalá Ruiz logró, al fin, entrar a Canoa. Su visita fue, sin embargo, álgida: planeó una caminata y un mitin en el centro de la junta auxiliar, donde prevalecieron las sillas vacías e, incluso, un grupo de panistas flanqueó el bloque priista para corear “¡Tony, Tony!”.

La razón del amargo paso de Alcalá Ruiz fue el enojo que las líderes priistas en Canoa mantenían en contra de Ceja García, a la que acusaban de abandono tras su triunfo en los comicios electorales de 2015.

Un video grabado dos días más tarde de la visita de la ex candidata priista retrata sin miramientos el rencor de la militancia de base hacia la legisladora.

Ceja García también fue objeto de sospechas por parte de la Policía Ministerial en el estado.

La noche previa a los comicios locales de este año, las autoridades realizaron un operativo en una vivienda de la diputada, ante la sospecha de que en el inmueble se repartía supuesto dinero ilícito para actividades relacionadas a la compra de votos y movilización de operadores políticos.

 

 

Video de militantes inconformes con Xitlalic

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