A 49 años de la crisis de la heroína que marcó los años setenta, la frontera México–Estados Unidos sigue siendo el principal corredor del narcotráfico. Hoy, el 90% del fentanilo que ingresa a territorio estadounidense lo hace por vía terrestre y a través de 40 puertos de entrada, según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP).
El especialista en seguridad David Saucedo señala que los cárteles utilizan métodos de camuflaje —como papel aluminio, carbón y cloro— para burlar rayos X, detectores de partículas y binomios caninos. Sin embargo, advierte que el mayor problema no es tecnológico sino la corrupción de autoridades en ambos lados de la frontera.
“La tecnología no falla. Lo que falla son las personas encargadas de aplicarla”, afirma Saucedo.
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Documentos desclasificados de la CIA revelan que en 1976, México y Estados Unidos ya discutían cómo frenar el tráfico de heroína “con respeto a la soberanía”. En ese entonces, más del 90% de las incautaciones en EE.UU. tenían origen mexicano.
En 2025, la presidenta Claudia Sheinbaum retoma esa postura: “La soberanía no es negociable”. Mientras tanto, las cifras reflejan un cambio de sustancia pero no de patrón: el fentanilo, 50 veces más potente que la heroína, mantiene un flujo mayoritario desde México.
Con la llegada del nuevo gobierno, los decomisos aumentaron. El 3 de diciembre de 2024, en Sinaloa, fueron asegurados 1,100 kilos de fentanilo, equivalentes a 20 millones de dosis..

