Estefanía es una poblana que, como muchas mujeres, llegó a la Ciudad de México en busca de un mejor futuro para sus hijas. Con esfuerzo encontró oportunidades que le han permitido sostener a su familia, pero entre todas ellas, hubo una que transformó su vida y la de otras personas: convertirse en madre subrogada.
“Suena raro y hasta escandaloso, pero yo lo veo como un doble beneficio: ayudo a una familia a ser feliz y completa, pero también me ayudó y le doy a mis hijas la vida que siempre he querido para ellas”, comparte con franqueza.
El proceso, que comienza con estudios médicos y psicológicos exhaustivos, no es sencillo ni inmediato, explicó Estefanía en entrevista para este medio.
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“Hoy sé que el examen que más pesa es el psicológico, porque podrás ser la mujer más sana del planeta, pero si hay algún trastorno, algún indicio que ponga en riesgo no sólo al bebé, sino el contrato que hay de por medio, te descartan”, relata.
Ella forma parte de una plataforma –cuyo nombre debe reservar por contrato– que conecta a mujeres con parejas extranjeras que buscan formar una familia. Una vez seleccionadas, las gestantes pasan por revisiones médicas y legales que buscan garantizar el bienestar de todas las partes.
“Se ponen en contacto contigo a través de videollamada y, si aceptas, comienza la revisión nuevamente. Ellos viajan a México, nos conocemos y, antes de seguir adelante, revisamos el contrato ante un abogado y un juez”, relató.
El documento detalla absolutamente todo: el pago final, que es aparte del dinero mensual que envían para alimentación, consultas, ropa y revisiones. “En lo material estás muy cuidada”, aseguró durante la conversación.
“Por ninguna circunstancia puedes quedarte con el bebé. Tú te deslindas una vez que ha nacido”, dijo con serenidad, aunque reconoció que el acuerdo también contempla escenarios extremos, como que los padres ya no lo quieran o que éstos fallezcan. En ese caso, desde el principio se establece a los tutores del nonato.
A pesar de la complejidad que implicó, para Estefanía la maternidad subrogada no es un sacrificio, sino un acto de entrega que le ha permitido transformar su vida.
“Yo sé que ese bebé no será mío, hay acompañamiento psicológico antes, durante y después del embarazo que me hace entender que gracias a mí alguien más podrá abrazar a su hijo, mientras que, por ese acto de amor, yo puedo darles a mis niñas la vida que siempre soñé”, comentó con tranquilidad.
¿SER O NO SER GESTANTE?
Próxima a cumplir 30 años, la joven vive actualmente el sexto mes de embarazo de su tercer bebé gestado para otra familia y, si su cuerpo se lo permite, podrían ser dos más. Es decir, si lo logra, su vientre habrá sido incubadora de siete vidas: sus dos hijas biológicas y cinco pequeños nacidos por subrogación.
Todas sus gestaciones han sido por cesárea y, aunque lo recomendado suele ser un máximo de tres, ella ha decidido confiar en los médicos que la guían y le aseguran que puede dar más. “Mientras el cuerpo esté sano, no hay límite, aunque sean intervenciones; además, no es que te embaraces cada año, hay un espacio de año y medio o como tú te sientas”, según le han dicho los doctores.
En lo económico, cada embarazo le ha significado un ingreso fuerte. En el primero, la paga fue de 500 mil pesos; en el segundo, 400 mil y recibirá la misma cantidad en el actual. Estos ingresos le han permitido pagar un departamento, un patrimonio que ahora comparte con sus hijas.
Sin embargo, insiste en que no vive de esto: “Yo soy repostera de oficio y sólo interrumpo mi trabajo para dar a luz en el país de residencia de los padres”.
Estefanía ha viajado a Inglaterra y Holanda y próximamente irá a Alemania. Tiene la esperanza de que, en esta ocasión, sus hijas puedan alcanzarla.
En cada viaje, sus niñas quedan al cuidado de una familiar en Puebla: “Saben que esto es por ellas, para su futuro y están de acuerdo. Me cuidan mucho y también a su hermanito postizo”, admitió.
En el balance de su experiencia, Estefanía asegura que haber aceptado ser madre gestante es la mejor decisión de su vida, ya que “encontré que empleando mi fertilidad puedo ayudar a familias y, de paso, me ayudo a mí misma. Jamás me arrepentiría de haber dado el sí a esta labor”, concluyó la joven.

