Cocinar, limpiar y cuidar a niñas, niños o personas mayores son tareas que, en la mayoría de los hogares poblanos, recaen sobre las mujeres. Esa es la realidad de Trini, una mujer de 53 años que, además de atender a sus dos hijos —una en secundaria y uno en primaria—, trabaja junto a su esposo en un negocio propio de frutas y verduras cerca del Centro Histórico.

“Los tres son mis hijos (incluido el trabajo), a los tres se les dedica tiempo, dinero y se les cuida, porque del negocio es del que nos mantenemos. Aquí trabajamos mi esposo y yo, de aquí sale para nuestros gastos”, cuenta la sonriente mujer a 24 Horas.

Según la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (ENUT) 2024 del Inegi, Trinidad forma parte de las poblanas que dedican en promedio 41.9 horas semanales al trabajo doméstico, de cuidados y voluntario no remunerado. Los hombres, en contraste, apenas invierten 18.3 horas, lo que deja en evidencia una brecha de género de 23 horas.

En la práctica, para Trini esa diferencia significa empezar su día desde las 5 de la mañana: preparar un licuado, hacer el lunch de los hijos y el café para su esposo antes de abrir el local y sí, el regreso a clases solo intensifica su carga.

“Aquí el tiempo de distracción es platicar con la clientela, porque de ahí en fuera, mientras despacho también cocino. Ya en la tarde, antes de cerrar, los niños acomodan las cajas y yo barro, pero al llegar a casa sigue el trabajo: revisar tareas, uniformes y alistarnos para la rutina del día siguiente”, comparte.

En el panorama nacional, Puebla ocupa el décimo lugar en la brecha entre el trabajo de hombres y mujeres de este tipo de trabajo, solo por debajo de Chiapas (26.7 horas), Veracruz (24.9), Oaxaca (24.8), Guerrero (24.4), Michoacán (24.4), Zacatecas (24.4), Nayarit (24.2), Durango (24.2) y Sinaloa (24).

El estudio del Inegi indica que la carga es aún más pesada en comunidades indígenas y rurales, donde el cuidado y las tareas domésticas se concentran en las mujeres y que la brecha se acentúa en grupos específicos: entre la población hablante de lengua indígena, las mujeres dedican 23.2 horas más que los hombres; en personas con discapacidad, la diferencia es de 13.2 horas; y en la población afrodescendiente, de 16.4 horas.

Estos datos muestran que, a pesar de los avances en igualdad de género, la distribución del trabajo no remunerado en Puebla y en otras entidades del país sigue siendo desigual, impactando siempre en las mujeres.

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