El asesinato de Charlie Kirk, uno de los rostros más visibles del conservadurismo juvenil en Estados Unidos, conmocionó al país y reavivó el debate sobre la violencia política.
El activista de 31 años murió tras recibir un disparo en el cuello durante un evento en la Universidad del Valle de Utah. El ataque ocurrió al mediodía, generando pánico.
Kirk participaba en la inauguración de su gira “The American Comeback Tour” cuando un disparo desató caos y evacuaciones. La universidad suspendió clases y cerró el campus para seguridad.
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La policía desplegó operativos para localizar al agresor, quien permanecía prófugo al cierre de esta edición. Miles de estudiantes y asistentes fueron desalojados en medio de escenas de confusión.
El expresidente Donald Trump confirmó la muerte en Truth Social, llamándolo “El Grande, e incluso Legendario”. Ordenó banderas a media asta hasta el domingo en todo el país.
Líderes de distintos partidos condenaron el ataque. Barack Obama lo calificó como “violencia despreciable” y Kamala Harris aseguró que “no hay lugar para este tipo de violencia”.
La noticia trascendió fronteras. El primer ministro Benjamin Netanyahu lo describió como “amigo de Israel con corazón de león”, mientras Giorgia Meloni lo llamó un “asesinato atroz”.
Kirk fue cofundador de Turning Point USA en 2012 y conductor de The Charlie Kirk Show. Publicó libros como The MAGA Doctrine, influyendo en la movilización del voto joven conservador.
El crimen ocurre en un contexto de ataques políticos recientes en Estados Unidos, incluido el intento de asesinato a Trump en 2024 y el homicidio de Melissa Hortman en 2025.
Tras el ataque, Trump calificó a Kirk como un “mártir de la verdad” y acusó a la “izquierda radical” de fomentar un ambiente hostil. El debate político sigue intensificándose.

