Marcelino Ávila Martínez es un agente de tránsito de Acatlán de Osorio, quien desde los 10 años, danza como tecuán para preservar sus tradiciones.

El danzante narró que en 1970 acudió por primera vez al Huey Atlixcáyotl y año con año lo sigue haciendo porque le gusta demostrar que su cultura tiene riqueza.

“Es una danza herencia cultural de nuestros antepasados, desde que yo tengo uso de razón, la vi desde la primera vez, me llamó la atención y comencé a participar”, contó quien cumple 55 años danzando.

Afirmó que tanto es su amor al arte y a sus tradiciones que hasta el último día de su vida seguirá danzando, porque lo llena de emoción y le da nuevos bríos para salir adelante.

“Cuando uno baila se transforma, cambia uno, se vuelve uno un personaje de una tribu, como aquella de nuestros antepasados, y eso es magia”, reafirmó.

Marcelino comparte el gusto de su danza junto con su esposa y sus tres hijos, con quienes baila y acude a diferentes eventos.

“Es algo muy bonito y muy hermoso el bailar y participar. La preparación es constante; cada determinado tiempo ensayamos en nuestro barrio, en San Gabriel, en plena calle. Los ensayos los programamos un mes o dos meses antes de cada evento importante”, contó.

El danzante representa a la tribu Chichimeca y representa El Diego Morachi, por lo que al ataviarse con su indumentaria, él siente que se transforma e imagina cómo fue la vida de los antepasados para honrar su memoria.

“Somos integrantes de una danza de tecuanes de Acatlán Osorio, somos representantes de diferentes tribus, pero ninguna es más importante que otra, todas tienen su historia, su riqueza, y esa cultura es la que a mi familia y a mí nos emociona”, recalcó.

El agente de tránsito reiteró que es un hombre de tradiciones y que ama a su país, por lo que con sus bailes y su trabajo trata de servir a Puebla.

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