Las remesas hacia México registraron en agosto de 2025 una contracción anual de 8.3%, acumulando cinco meses consecutivos de retrocesos, según datos del Banco de México. La caída se explica principalmente por el temor a las políticas migratorias de Donald Trump, así como por factores económicos como la inflación y la apreciación del peso frente al dólar.

En agosto, los ingresos por remesas sumaron 5,578 millones de dólares, una baja impulsada por un descenso de 7.2% en el número de operaciones y una reducción de 1.2% en el monto promedio enviado, que se ubicó en 402 dólares. Esto refleja un debilitamiento en volumen y en valor.

Aunque en la comparación mensual se observó un repunte de 4.6% frente a julio, el flujo sigue mostrando una desaceleración estructural. En el acumulado enero-agosto, las remesas alcanzaron 40,467 millones de dólares, lo que significa una caída de 5.9% respecto al mismo periodo de 2024.

Al ajustar por tipo de cambio e inflación, la caída real fue aún más profunda: -13.5%, lo que confirma un deterioro en el ingreso disponible de los hogares que dependen de este recurso. Expertos advierten que esta tendencia erosiona el poder adquisitivo de millones de familias, sobre todo en regiones con alta dependencia de las remesas.

Juan José Li Ng, especialista en BBVA, recordó que en 2024 había 1.5 millones de hogares receptores de remesas, es decir, el 3.9% de los hogares en México, de los cuales 360 mil dependen en más de 50% de estos envíos. La situación, advirtió, impactará directamente en el consumo privado y podría frenar la recuperación económica.

Con este panorama, las remesas —que históricamente han sido un pilar económico para México— entran en una etapa de enfriamiento tras varios años de dinamismo excepcional.

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