A sus 50 años, Dolores, maestra jubilada del Estado de México, acudió a un chequeo médico que cambiaría su destino. Un flujo rojizo en su mama reveló el inicio de una batalla que perdería un año después. Cinco años antes, ya había recibido una advertencia: una pequeña bolita que requería atención. Nunca imaginó que ese sería el primer aviso del cáncer de mama avanzado que acabaría con su vida.

Como ella, más de 8 mil mujeres mexicanas murieron en 2023 a causa de este padecimiento, según datos del Instituto Nacional de Cancerología (INCan). Lo más doloroso: detectado a tiempo, el cáncer de mama tiene una tasa de curación del 95%.

De acuerdo con el Inegi, la tasa nacional de mortalidad por cáncer de mama fue de 17.9 por cada 100 mil mujeres mayores de 20 años. Los estados con las cifras más altas son Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Jalisco, mientras que Campeche y Guerrero presentan los índices más bajos.

El caso de Colima destaca: pese a su tamaño poblacional, registra una de las tasas más elevadas. Además, seis de cada diez mujeres fallecidas no contaban con educación formal, lo que evidencia una brecha grave en la prevención y la atención médica.

Marisa Zannie, sobreviviente, comparte una reflexión cruda: “Sobrevivir es maravilloso, pero no un camino de rosas. Nadie elige ser valiente, simplemente no hay opción.”

En México, el cáncer de mama es la primera causa de muerte por cáncer en mujeres, pero también el de mayor posibilidad de cura si se detecta a tiempo. La autoexploración desde los 18 años y la mastografía a partir de los 40 son pasos vitales.

El mensaje es claro y urgente: el miedo no previene, la acción sí. ¡Atrévete y tócate!

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