La detención del chef poblano Ruperto Vicens Márquez, ocurrida el 19 de octubre en Atlantic Highlands, Nueva Jersey, encendió un debate migratorio que mezcla emociones, derechos y el peso de una comunidad que se niega a dejarlo solo. El cocinero, de 38 años, fundador de Emilio’s Kitchen, fue interceptado por agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) mientras se dirigía a su restaurante, sin previo aviso y sin contacto previo con su familia.
Desde entonces permanece en el centro de detención de Newark, un encierro que ha conmocionado tanto a sus seres queridos como a los clientes que lo consideran un referente local. Su hermano Emilio relata que aquel día “iba camino al trabajo y nunca llegó”, mientras mantiene abierto el negocio con la esperanza de su regreso.
https://whatsapp.com/channel/0029VaE1iV22975FVy9QXt3J
La defensa legal, encabezada por el abogado Steven Lyons, sostiene que el arresto carece de fundamento, pues Vicens cuenta con un permiso de trabajo vigente hasta 2028 y un trámite migratorio pendiente. Sin embargo, las autoridades argumentan que existe una orden final de deportación emitida por un juez en julio, lo que complica el panorama jurídico.
La comunidad de Atlantic Highlands ha respondido con marchas pacíficas, recaudaciones y muestras constantes de solidaridad. Para muchos, Ruperto no es solo un chef: es un símbolo de identidad, esfuerzo y convivencia. “Se siente como una casa a la que le falta una viga”, describe su hermano, reflejando la ausencia del hombre que daba vida al lugar.
Además de su rol en el restaurante, Vicens es padre de tres hijos estadounidenses, de 4, 6 y 8 años, para quienes la incertidumbre diaria se ha convertido en parte de la rutina. La audiencia de fianza está programada para el 13 de noviembre, fecha clave que podría marcar su liberación o el avance hacia un proceso más complejo.

