El Gobierno estatal de la Cuarta Transformación arriba al primer año de la administración con una prolongada curva de aprendizaje que se refleja en los cambios en el Gabinete estatal, saldar deudas del morenovallismo y “sancionar” a culpables del hoyo financiero barbosista.

Desde el inicio de la administración, en las primeras evaluaciones de los perfiles que integraron el equipo central del gobernador, se detectó que muchos no cumplían los perfiles profesionales ni de experiencia.

La decisión de cumplir con las cuotas partidistas con grupos de Morena para dejar contentos a todos, así como premiar lealtades políticas y personales, no fue la mejor.

La inexperiencia dificultó las acciones efectivas e inmediatas del Gobierno, lo que significó perder tiempo en la aplicación de políticas públicas.

Así ocurrió por ejemplo con la secretaría de Turismo donde fue contratada la exdirectora del Instituto del Deporte, Yadira Lira Navarro, quien sólo arrastraba una serie de cuestionamientos administrativos por prácticas de nepotismo.

Fue designada secretaria de Turismo sin tener ninguna experiencia en el sector, ni trato con la industria sin chimeneas donde son muy activos los hoteleros, restauranteros, promotores turísticos, agencias de viajes, etcétera.

Lo más que hizo la señora Yadira Lira fue realizar un par de viajes al extranjero y acomodar a sus familiares en los diferentes cargos públicos, lo que influyó en la decisión de relevarla.

De hecho, era un secreto a voces que la mayoría de los secretarios del Gabinete estarían por un año, vendrían las evaluaciones en el desempeño y los cambios obligados.

En este contexto adquiere un papel relevante el jefe del Gabinete, José Luis García Parra, en una función que recuerda -por su poder e influencia- a José Córdova Montoya en el sexenio de Carlos Salinas.

García Parra se convierte en el “02” del Gobierno del estado, y entre las evaluaciones al equipo de colaboradores influyó la correlación de fuerzas en el primer círculo de poder.

Una posición importante como la Dirección de Comunicación Social del Gobierno de un personaje cercano al gobernador como José Tomé Cabrera, llamó la atención en el medio periodístico y en el círculo rojo.

Tomé ha estado con Armenta desde que éste fue secretario del Gabinete estatal con Mario Marín, en la extinta Secretaría de Desarrollo Social, como vocero en el CDE del PRI, en el Senado y durante la campaña electoral.

El gobernador y el jefe del Gabinete hicieron una permuta entre José Tomé y Claudia Hernández, esta última pasa a Comunicación Social, y el primero a hacer Relaciones Públicas.

Otra sustitución fue la de Javier Aquino Limón -hombre cercano a Sergio Céspedes- como secretario del Bienestar, e incluir a la diputada líder del Congreso local, Laura Artemisa García Chávez, para favorecerla con una mayor exposición mediática.

Otro de los relevos importantes que sorprendió a propios y extraños ocurrió en el Subsecretaría de Planeación y Finanzas, Víctor Hugo Domínguez Amado, quien “abría y cerraba la llave del gasto”, personaje clave en el financiamiento de la campaña electoral.

Buena parte del esfuerzo de esta administración en el primer año la centraron a revertir los costos de la deuda por obras como el CIS y el Museo Internacional del Barroco, así como amortiguar el déficit causado por la fraudulenta operación por más de 600 mdp en Accendo Banco, durante la gestión del finado Miguel Barbosa.

A un año de Gobierno, concluida la prolongada de la curva de aprendizaje, el relevo de secretarios del Gabinete, y la exhibición de operaciones financieras irregulares en Accendo, se prepara este Gobierno para el ejercicio franco del Gobierno con obras como el Cablebús.

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