Decenas de peregrinos de Atlixco emprendieron este 8 de diciembre su tradicional camino hacia la Basílica de Guadalupe, una travesía anual que mezcla devoción, riesgo y resistencia. Desde la madrugada, los grupos partieron con mochilas repletas de cobijas, imágenes y cuadros de la Morenita, decididos a llegar el 11 de diciembre, antes de las celebraciones guadalupanas.
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Entre ellos va Javier Hernandez, quien suma más de 16 años cumpliendo esta ruta. Relató que, pese al cansancio acumulado, caminar tres días “es un acto de fe familiar que nos fortalece cada diciembre”. Su testimonio surgió durante una pausa en San Baltazar Atlimeyaya, primera parada obligada para hidratarse y recuperar energía.
El trayecto, sin embargo, no está exento de riesgos: lesiones, torceduras, rozaduras y la constante alerta por posibles robos o accidentes en carretera. Por ello cargan vendas, analgésicos y medicamentos básicos para atender cualquier emergencia mientras avanzan por zonas boscosas y tramos carreteros.
Aun con estas dificultades, los devotos mantienen firme su objetivo: llegar a la Basílica y regresar sanos el 12 de diciembre, día dedicado a la Virgen de Guadalupe. Su marcha se convierte, una vez más, en un testimonio vivo de la fe que mueve a miles en Puebla y el país.

