La Vida en Vino y Otras Cosas
Por: Sommelier Michelle Carlin / @purpleandwine
¿México es productor de vino? ¿Cuenta con viñedos? Son las preguntas que nos vienen a la mente, y la respuesta es sí.
A pesar de que en el mundo existen dos franjas privilegiadas conocidas como el cinturón del vino, este espacio comprendido entre las virtuales líneas entre el paralelo 30-50 latitud norte y 30-50 latitud sur que engloba los mejores factores que permiten cultivar la vid en todo su esplendor, logrando una uva de calidad, México sólo participa con la estela de esta franja en la parte norte de nuestro territorio en Baja California Norte, razón por la cual no figuramos entre los grandes productores, ubicándonos en el lugar 24, con 114 mil litros que representan el 0.4% de todo el vino producido en el mundo –esto en el 2014, según reportes estadísticos–.
Lamentablemente, el consumo nacional de este fermentado es bajo con respecto a otros países, las últimas cifras marcan mil 390 mililitros per cápita lo que muestra que en todo el año consumimos escasas dos botellas de 750 ml por persona, contra los 42.51 litros que consume Francia.
Varias cosas juegan en contra, como lo agreste del clima ya que la carencia de agua complica el crecimiento de la vid en las zonas vinícolas que no se encuentran dentro del cinturón del vino, el alto costo de la tecnología, la falta de subsidio por parte del gobierno e impuestos elevados a las bebidas alcohólicas. Esto coloca al producto como un valor de lujo que no entra en la canasta básica.
Aunado a lo anterior, nuestra población tiene una larga relación de amor-odio con los refrescos en todas sus presentaciones, ya que aunque criticamos la obesidad, la mayoría come con una botella familiar de esta bebida en la mesa. Por esto, es entendible que el gusto promedio del mexicano se base en sabores dulzones y artificiales sosos llenos de aditivos que ganan terreno al vino sin importar de donde provenga éste y ya ni decir que es vino mexicano, cosa que complica la tarea de penetración en el mercado.
Lo bueno es que existe una creciente población de amantes y profesionales del vino que buscan nuevas propuestas a través de la curiosidad que les genera el conocimiento; ellos están abriendo un mercado ávido de conocer productos de calidad que lleven el sello “Hecho en México”.
Curiosamente y a pesar del desconocimiento de muchos, varios estados de la República se llevan las palmas por su esfuerzo, constancia y compromiso con el proyecto de la industria mexicana del vino, como Baja California Norte, Coahuila y Querétaro, aunque existen otros también que están trabajando arduamente para alcanzar en un futuro no muy lejano una constancia en calidad y una identidad con propuesta. De uvas se puede encontrar una vasta gama con una proyección muy mexicana que denota un terroir o la falta de éste; en su mayoría se muestran con un perfil internacional, con estilos blancos, rosados, tintos y espumosos fáciles de entender y capaces de armonizar con nuestra compleja cocina mexicana.
Aquí algunas propuestas para probar en estas fiestas patrias:
Syrah-Mourvedre, Vino Pedregal, Bodega Vinisterra.
Selección de barricas, Bodega Las Nubes.
Sauvignon blanc, Viña Kristel, Bodega Monte Xanic.
Shiraz, Casa Grande, Bodega Casa Madero.
Por estas y otras razones, usemos estas fechas para enfocarnos en lo positivo y en la aceptación del largo camino que aún debe recorrer la industria vitivinícola en nuestro país, aplaudiendo y reconociendo el esfuerzo de aquellas personas apasionadas y comprometidas con proyectos de calidad y que están elaborando vinos de talla internacional.
Así que ¡viva el vino mexicano!
