24 Horas España

Por: Alberto Peláez / @pelaez_alberto

Una aventura entraña siempre en un riesgo. Sin embargo, eso es precisamente el empuje que da emprenderla. Es lo que en términos taurinos Luis Miguel Dominguín hablaba del “morbo” del miedo.

A lo largo de mi vida, he participado en muchas aventuras. Las 19 guerras que llevo a mis espaldas, representan una gran aventura que me ha otorgado el privilegio de amar más la vida, pero sobre todo de amar y entender más al ser humano.

El ejercicio del periodismo entraña el privilegio de conocer gente, explorar lugares, desentrañar informaciones secretas y olisquear la noticia diaria. Y todo ello con la humildad del que sabe que su pluma entraña una enorme responsabilidad. Todo un mundo global está ahí fuera esperando a leerte, a escucharte, a verte, y no puedes fallar. No puedes dar una información no cotejada, con verdades o mentiras a medias; sino lo que consideramos lo que es verdad, sin ambages ni oropeles.

Los periodistas somos como otra estirpe. Tengo la fortuna de que, tras 35 años de periodismo, sigo asombrándome, emocionándome todos los días de que hay algo nuevo que contar. Se trata de hacer de lo consuetudinario algo notable.

El día que deje de sorprenderme de algo entre comillas, normal, un nacimiento, un abrazo, un “te quiero” habré perdido esa parte de ADN que creo, sólo lo llevamos los periodistas. Se trata de un ADN normal, pero distinto. Por nuestra sangre discurre la ilusión, la capacidad de sorpresa y el privilegio de ser, nada más y nada menos que el vehículo entre la noticia y usted, querido lector. Sólo con eso, ya me siento un privilegiado.

Pero en esta aventura de la vida, aparecen otras aventuras que vale la pena tomarlas. En ellas se encierra un reto por llegar, la posibilidad de seguir creciendo espiritualmente; la oportunidad de libar del abrevadero de compañeros de los que se aprende todos los días de ser mejor periodista, una mejor persona.

Por eso hoy comienzo mis dos columnas en 24 horas Puebla, con la ilusión del primer día allá por 1982, con el entusiasmo de que no pesan los años, se atesora la experiencia.

Cuando escribo este artículo, ésta, mi primera columna, ya me siento parte de esta casa dirigida por Mario Alberto Mejía, un gran profesional que confió en este contador de cuentos reales, y que su inspiración en la vida no es sino aportar un grano más de arena para hacer de nuestra sociedad, un mundo mejor.

Los proyectos pueden parecer pequeños, pero todos, con nuestros granos de arena, el entusiasmo y el alma que los recibe se convierten en grandes montañas. Muchas felicidades por este primer año y por la oportunidad de escribir en 24 horas Puebla.

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