Por Guadalupe Juárez 

Camaradería. Respeto. Reconocimiento mutuo. Peña Nieto y Moreno Valle. Moreno Valle y Peña Nieto. El dúo de mandatarios que sólo tienen halagos y recibimientos mutuos.

No hay mezquindad, asegura el presidente de la República. Esta obra es muestra de la coordinación de los gobiernos, puntualiza el gobernador de Puebla.

El segundo piso de la autopista México-Puebla es el pretexto. Dos mandatarios. Dos amigos. Quizás el último encuentro como gobernador y Presidente, donde no hay más que un intercambio de reconocimientos.

Testigo de la escena fue Diódoro Carrasco Altamirano. Contento, el presidente Enrique Peña Nieto se despedía de los asistentes a la inauguración del segundo piso de la autopista México-Puebla. Detrás de él caminaba el gobernador Rafael Moreno Valle.

Frente al secretario General de Gobierno, el mandatario federal confió a su homólogo estatal: “La verdad, cuando dijiste que era una promesa de campaña (la obra inaugurada), no sabía cuál: si la anterior o esta campaña”.

El guiño del ojo a las aspiraciones presidenciales de Moreno Valle quedó sellado en medio de las carcajadas. Un botón de muestra de una relación de camaradería.

Un equipo sin colores

Un convoy de vehículos de lujo arriba pasadas las 13:00 horas a un costado de la carpa blanca sobre el segundo piso de la autopista. La primera puerta en abrirse es la del piloto de la camioneta que encabeza la fila de automotores, es Peña Nieto, su copiloto, Moreno Valle.

Ambos sonríen, se acomodan la ropa y caminan rumbo a la placa que develarán. El priista guarda su vestimenta roja para otra ocasión, hoy opta por una camisa en tono rosado. El panista tampoco utiliza el azul por completo, se enfunda en cuadros blancos y líneas delgadas azuladas.

La bienvenida es puntual. Es el inicio del intercambio de halagos. El resultado –concluyeron– de su trabajo en equipo.

“Quiero aprovechar para agradecerle el impulso que usted y su gobierno le ha dado a la transformación de esta entidad federativa. Gracias señor, presidente”, señala Moreno Valle. No oculta que la colaboración entre ambos ha logrado el cambio en Puebla.

Los asistentes miran a lo lejos el buen humor de ambos y su relación que destila cordialidad y respeto. Hay muecas cuando el mandatario refiere que la obra por inaugurar era uno de sus sueños para evitar el congestionamiento vial de la zona, incluso menciona que él trabajó en el proyecto ejecutivo, pero no le era posible cristalizarlo.

“Durante mi campaña, yo estuve planteando la necesidad de una solución vial, sin embargo, cuando llegué al gobierno yo empecé a hacer el proyecto ejecutivo, los cálculos de aporte. Yo no veía cómo íbamos a cumplir con este sueño de todos los poblanos.

“Hasta que usted” –cada que tienen oportunidad se dirigen uno a otro así– “un 27 de abril de 2012, en su campaña de Presidente de la República, suscribió el compromiso número 40 para construir el viaducto elevado de la ciudad de Puebla”.

Los aplausos estallan. Peña Nieto asiente. Mientras, los priistas en asientos lejanos al Ejecutivo federal miran, atónitos, el reconocimiento al mandatario estatal.

El mensaje se percibe honesto. “Esta es una gran obra de infraestructura y quiero yo reconocer que lo que hace posible entregar esta obra a final de cuentas es el trabajo de colaboración entre el gobierno de la República y el gobierno del estado de Puebla”, le responde el Presidente.

Las palabras de cordialidad continúan: “Cuando él llegó de gobernador (Moreno Valle), se convirtió en un anhelo y un sueño hacer la obra, fue muy fácil para quienes somos candidatos, me endosó la obra y la asumí como un compromiso, pero no se ha quedado atrás, tengo que decirle que el gobernador no se quedó atrás. ‘Ya lo tiene usted como compromiso, pero tómeme como refuerzo para realizarla’, me dijo”.

Después una parte de su discurso se convierte en un jalón de orejas para los priistas que se rehúsan a colaborar entre gobiernos de distintos colores o para quienes pretendan no hacerlo y para callar las voces opositoras que lo persiguen en otras partes del país. Tal vez algunos presentes se incomodaron.

“No importa cuál sea el signo político que tengan los gobiernos que trabajamos para servir a la sociedad que nos ha depositado su confianza, habría mezquindad auténtica si regateáramos esfuerzos para que obras que hoy inauguramos o cualquier otra pueda realizarse”, dice.

A unas filas del escenario principal, la alcaldesa de Tehuacán emanada del tricolor, Ernestina Fernández, traga saliva. Es la primera en salir corriendo en cuanto finaliza el evento. El subsecretario de la Sedatu, Juan Carlos Lastiri Quirós, enmudece, no sale en las fotos grupales. Los delegados federales aplauden, ahora cada vez más fuerte.

Moreno Valle coincide con Peña Nieto: “Esta (la obra) es una muestra más del legado que estamos construyendo juntos pero sobre todo de la importancia del trabajo coordinado entre los tres órdenes de gobierno, independientemente de diferencias ideológicas o partidistas, todos nosotros como mexicanos queremos que a nuestro país le vaya bien y juntos podemos lograr mucho más que cada quien por su lado”.

Camaradería. Respeto. Reconocimiento mutuo. Peña Nieto y Moreno Valle. Moreno Valle y Peña Nieto. Ambos sonríen. Sueltan carcajadas. Siguen intercambiando halagos. El segundo piso de la autopista México-Puebla es el pretexto.

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